El déficit financiero en las empresas distribuidoras de electricidad (EDE) no es nuevo, pero sigue siendo noticia. Es más, posiblemente ahora sea más interesante si se toma en cuenta que en vez de disminuir o bajar, las pérdidas son más altas.
Los resultados en la gestión en las EDE, demostrados con números, son realmente preocupantes. Los son porque representan la carga financiera más pesada para las finanzas públicas. Parece el cuento de nunca acabar. Sólo en 2022 el Gobierno se vio obligado a destinar más de US$1,800 millones para cubrir la ineficiencia de las distribuidoras. Las pérdidas eran de aproximadamente un 37%.
La debilidad demostrada en la gestión de las tres distribuidoras de electricidad, todo parece indicar, estaría relacionada con costos por combustibles, energía despachada y no cobrada, pero también con un aumento en los gastos operativos, los cuales cerraron 2022 en US$406.8 millones, lo cual significa un 16.3% más respecto a 2021, año en que terminaron en US$349.63 millones
Este año, contando hasta agosto, las EDE presentan pérdidas acumuladas por el orden del 39.1%. Cuando se suma el 6.7% de energía facturada y no cobrada, entonces llegan al 42.8%.
Como se ve en estos números, las distribuidoras deberían ser declaradas en emergencia financiera. Las pérdidas fueron estimadas para finalizar 2023 en 40.3%, pero ya pasaron este nivel.
Hay más razones por las que las distribuidoras no logran cerrar la brecha del déficit. Hay que admitir que, según las cifras, el margen entre compra y venta de energía entre los años 2021 y 2023 no supera la barrera los 2 centavos por kilovatio hora, mientras que de 2017 a 2019 el margen estuvo entre 5 y 2.56 centavos por kilovatio hora. Un margen más estrecho dificultad un balance positivo.
Tal y como publica elDinero en esta edición, una segunda explicación es que la energía comprada por las EDE en el período de 2017 a 2019 en promedio fue de 14,401 gigavatios hora (Gw/h), mientras que desde el 2021 al 2023 ha promediado 17,342 Gw/h, lo que significa un aumento de 12.4%. Más electricidad sin mejoría en la gestión se traduce en un aumento del déficit.
Hay más razones, pero el gran reto está en superar las pérdidas técnicas y no técnicas que padecen las distribuidoras. Un elemento extra es el político. Separarla de este enfoque sería saludable en el corto, mediano y largo plazo.