El Ministerio de Trabajo de República Dominicana está proponiendo el establecimiento de un plan piloto a partir del cual se busca reducir la jornada laboral de 44 horas a 36, esto como un ensayo en aquellas empresas que, voluntariamente, deseen participar. Algunas dudas nos abrazaron cuando leímos esta propuesta que, no dudamos, tiene la mejor de las intenciones.
Como siempre, y antes de emitir juicios de valor sobre la propuesta de marras, realizamos nuestra acostumbrada revisión bibliográfica sobre las mejores prácticas internacionales en materia de reducción de jornada laboral y los impactos que esto había tenido en otras latitudes. Sorpresa resultó para nosotros que esta no era solo una tendencia en el mundo, sino también un movimiento global encabezado por Nueva Zelanda, que había disminuido a 4 días su jornada laboral, con ensayos exitosos también en Suecia y Alemania.
En efecto, estudios muestran que, al trabajar menos horas, los trabajadores tienden a estar más enfocados, reducen la procrastinación y aumentan la productividad por hora. La calidad del tiempo dedicado al trabajo se vuelve esencial, destacando la importancia de establecer límites saludables para evitar fatiga y agotamiento (Domínguez G., 2023).
Sin embargo, y a pesar de los argumentos positivos de una disminución de la jornada laboral, aún existen interrogantes sobre sus efectos reales en la productividad laboral, sobre todo porque el nivel de esta última va a depender de múltiples factores como es la formación del trabajador, las condiciones del mercado laboral, entre otras.
Así las cosas, “las personas con mayores niveles de educación suelen tener un desempeño más productivo en el trabajo, ya que adquieren conocimientos y habilidades específicas que les permiten realizar tareas de manera más eficiente y efectiva” (Cabrera, F., 2023), y esto es independiente de una reducción de la jornada laboral.
Pero para la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2018) la regulación del tiempo de trabajo también puede contribuir a resolver problemas sociales, incluido, en particular, el equilibrio entre la vida laboral y la vida privada, y a preservar la salud, la seguridad y el bienestar de los trabajadores. Por lo tanto, añade este importante organismo de las Naciones Unidas, queda claro por qué las cuestiones relativas al tiempo de trabajo y los períodos de descanso han ocupado durante mucho tiempo un lugar central en los debates.
En donde no nos queda claro que esto de la reducción de la jornada laboral pueda funcionar es en las micro y pequeñas empresas, sobre todo por las características de su desempeño, en donde muchas de estas están en sectores carenciados, presentan comúnmente baja productividad y tienen serios problemas de seguridad social.
Además, muchas microempresas y pequeñas empresas, básicamente las que se dedican a las industrias y a actividades comerciales y de servicios, trabajan en horarios diversos, por lo que no están estructuradas para este tipo de Plan Piloto ni para su adopción como norma definitiva.
No obstante, resulta válida la propuesta del Ministerio de Trabajo de reducir la jornada laboral de 44 a 36 horas, ya que se inscribe en la tendencia mundial y que tiene que ver con mejores condiciones de vida para los trabajadores, fundamentalmente en lo que respecta al derecho al descanso, a la salud y al bienestar social.
Por el momento, sin embargo, entendemos que esto solo puede ser aplicado a empresas medianas y grandes y a organizaciones de carácter público, con sus excepciones.