[dropcap]E[/dropcap]n un momento se nos dijo que el problema de la educación dominicana no era de financiamiento, sino de calidad; esto para justificar el hecho de la baja inversión en el sector educativo que existía en ese instante.
Pero sucede que la calidad educativa tiene en su contenido docentes bien preparados y con salarios decentes, infraestructura adecuada, materiales y equipos suficientes, laboratorios actualizados, etc., que se pagan con dinero.
Es obvio que esa presunción sobre el financiamiento tiende a autodestruirse de manera automática. Los indicadores comparados a nivel internacional indican que mientras mayor inversión en educación realiza un país, como porcentaje del PIB, mejor posición logra en los rankings educativos. Es por esto que no es fortuito que Finlandia, que invierte más de un 7% del PIB en educación, sea uno de los que mejores resultados puede exhibir.
La reflexión viene a cuento a raíz de la presentación del Informe anual de seguimiento y monitoreo 2016 que realizó la Iniciativa Dominicana por una Educación de Calidad (IDEC).
En este informe se presentan los avances en el ámbito educativo, así como los retrasos vinculados a las metas que las propias autoridades habían establecido. En el orden de las metas, las expectativas estaban fundamentadas en: aprobación de un currículo actualizado basado en competencias; capacitación, evaluación y certificación del profesorado para mejorar su desempeño y sus condiciones económicas; construcción de 28,000 nuevas aulas para ampliar el programa de jornada extendida al 30% de los estudiantes del sistema público, entro otras.
Las conclusiones del IDEC en relación a cada una de las metas trazadas son que se ha avanzado de manera significativa, en particular, en temas como el de alfabetización, implementación de un nuevo currículo, cantidad de docentes en el sistema y, particularmente, en la cantidad de aulas y escuelas que han venido a aumentar la oferta educativa.
En resumen, existe una adecuada valoración de lo que ha ocurrido con el desempeño del sector educativo durante los últimos cuatros años, lo que ha sido posible en virtud del incremento, a partir de 2012, en la asignación presupuestaria. Sin embargo, quedan en el aire, como dice la canción, algunas dudas.
¿Será posible que los indicadores de aprendizaje de los alumnos dominicanos superen los valores que colocan al país entre los últimos en los rankings internacionales? ¿Es realmente posible que República Dominicana tenga una educación de calidad?