[dropcap]L[/dropcap]a creación de empleos de calidad, a propósito de una economía que marcha a un ritmo superior al 7% en los últimos años, es un tema recurrente en la opinión pública. Ha formado parte del discurso de representantes del sector privado, de funcionarios y de políticos en tiempos de campaña.
El tema es atractivo. No se puede negar que gusta entre aquellos que desean una mejor sociedad, especialmente a los empleadores y empleados. Tampoco se puede negar que ha sido recurrente en quienes se aprovechan de la ignorancia de una gran parte de la población que, período tras período, compra el discurso.
Aunque ahora, se supone, no es el caso, el ministro de Industria y Comercio, Temístocles Montás, considera que es imperioso el relanzamiento de un modelo económico en República Dominicana que siga estimulando el crecimiento como resultado de políticas y estrategias orientadas explícitamente a la creación de empleos de calidad.
Este funcionario tiene razón. Ahora bien, ¿Cómo hacerlo? Históricamente se ha contado el qué y, algunas veces, el cómo hacerlo. Sólo ha faltado la disposición o voluntad de quienes tienen el poder de decisión. Los administradores del Estado, o sea, quienes ostentan una posición pública, tienen la obligación y la misión de impulsar los cambios necesarios para hacer de República Dominicana un país más equitativo.
Si lo que realmente se desea es que haya más y mejores empleos, independientemente del ramo que se quiera desarrollar, lo justo sería crear condiciones competitivas idóneas para la industria.
¿Es posible competir con un sistema de transporte caro, malo y riesgoso? ¿Es factible desarrollarse con un entramado impositivo que dificulta la planificación y descapitaliza a la pequeña y mediana empresa? ¿Cómo echar hacia adelante en medio de una inseguridad que incrementa los costos de las empresas? ¿Es posible echar a andar el sector industrial cuando se quiere imponer el pago de un impuesto, en este caso del ITBIS, al principio del proceso productivo y no al final, como sí lo establece la ley? No, así no se puede. Tampoco es justo.
Para crear empleos de calidad es vital que haya un juego con reglas claras. Ningún jefe de equipo se lanza al campo de competir sin definir las reglas. Tampoco genera confianza en los entes productivos la falta de consistencia en la planificación del Estado.
Montás admite que si bien el país ha registrado un crecimiento sostenido en las últimas décadas, eso no ha generado empleo de calidad y por tanto no se ha podido avanzar lo suficiente en términos de inclusión social. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Y como dice el funcionario, a quien es menester reconocer su alto sentido de sensibilidad social, es necesario apostar al crecimiento, pero un crecimiento que sea resultado de políticas y estrategias orientadas explícitamente a la creación de empleos de calidad. No como en la actualidad, que 56 de cada 100 empleos son informales.
Para que haya empleos de calidad, y lo sabe cualquier mortal, no se puede obstaculizar el camino que lleva a la competitividad. Los resultados dirán si valió la pena esperar.