[dropcap]C[/dropcap]uando se saca balance a este 2016, que casi agoniza, se ponen en equilibrio los aciertos y desaciertos, y se evalúan las metas logradas y aquellas en las que nos quedamos cortos. Así también, terminando el año, solemos contar las alcancías que se llenaron y las cuentas bancarias que, por falta de clientes, hubo que cerrar.
En ese mismo orden de cosas, es probable que nos dé por analizar si nuestros objetivos profesionales y académicos van por el rumbo adecuado, o si habrá que mover las velas hacia donde haya mejores vientos. Pero también solemos echar una mirada a los hechos económicos, políticos y sociales, lo que sirve como antesala a los pronósticos para el próximo año.
Se puede observar que la economía dominicana ha tenido un decente desempeño durante los últimos doce meses, a pesar del estancamiento de la inversión privada ocurrida de enero a mayo de este 2016, como consecuencia del periodo eleccionario. Según las proyecciones de diferentes organismos internacionales, la economía dominicana crecerá por encima de un 5% al bajar el telón de 2016, nivel de expansión que se coloca sobre la mayoría de los países de América Latina.
Por igual, la tasa de inflación estuvo bajo control durante todo este año, lo mismo que la tasa de cambio, a pesar de las escaramuzas de esta última variable a finales de agosto y principios de septiembre. El tipo de interés también evidenció un comportamiento moderado en 2016, con una relativa tendencia a la baja en casi todo el año.
Obviamente, estas variables macroeconómicas estuvieron todo el tiempo bajo la lupa del Programa Monetario del Banco Central, lo que posibilitó intervenciones estratégicas de las autoridades monetarias en momentos donde estas variables presentaron desviaciones en relación a las metas planteadas.
En el plano político, la reelección del presidente Danilo Medina fue la nota distintiva de este 2016, logrando un triunfo relativamente arrollador frente a una oposición atomizada y con un pobre discurso de campaña.
Sin embargo, la victoria del PLD, y su alianza con el PRD durante el proceso eleccionario, profundizó aún más la crisis de los partidos políticos al entenderse que los arreglos de aposento entre los partidos mayoritarios, mostraban la fragilidad del sistema de partidos. A esto se une un debilucho Partido Reformista que parece partirse en mil pedazos.
En el orden social, la inseguridad ciudadana le ganó la batalla a cualquier otro hecho, generándose la percepción de que la sociedad dominicana, en ese aspecto, está prácticamente colapsada. Pero este colapso se hace todavía más evidente, cuando los ciudadanos salimos a las calles y sentimos el atropello feroz, infernal e insoportable de un sector transporte que peor no puede estar.
En ese orden, quizás la buena noticia de fin del 2016 es que estamos casi a las puertas de la desaparición del temible monopolio que por décadas tiene establecido una parte del sector choferil dominicano.