[dropcap]L[/dropcap]a función fundamental del Banco Central es mantener la estabilidad de precios, para lo cual utiliza una serie de instrumentos de política monetaria. La tasa de interés, a través de la cual restringe la oferta de dinero en poder del público, es sólo uno de ellos. La emisión de certificados o de títulos valores es otro mecanismo que ha dado excelentes resultados.
Aquí entra el peligroso juego de identificar qué conviene y qué no conviene en materia de tasas de interés. Independientemente de las vías que se utilice, el objetivo es mantener la inflación dentro de un rango que permita un crecimiento económico sin un aumento desmedido de los precios.
Las bajas tasas de interés se utilizan para motorizar la economía, por lo que subirlas implica una admisión, explícita o implícita, de que hay un sobrecalentamiento que merece ser controlado. En noviembre de 2016, por ejemplo, las autoridades monetarias aumentaron la tasa de referencia de 5.0% a 5.5%, incluso podría alegarse que fue una medida adelantada a lo que sucedió en Estados Unidos con la subida a 0.75%.
A propósito de la revisión de noviembre, la Junta Monetaria explicó que la decisión tuvo un carácter preventivo para generar certidumbre a los agentes económicos. Esta medida toma en consideración el balance de riesgos en torno a las proyecciones de inflación, las expectativas del mercado, el contexto macroeconómico interno, así como el entorno internacional relevante para la economía dominicana.
Sin embargo, subir la tasa de noviembre fue una demostración de que las autoridades le temen a un descontrol en los precios. En septiembre, la tasa interanual de inflación se situó en 1.35%, mientras la inflación acumulada alcanzó 0.35% al cierre de ese mes.
Asimismo, la inflación subyacente interanual, relacionada con las condiciones monetarias, ascendió a 1.78%. Como se nota, los indicadores establecen que aún estaban muy por debajo del límite inferior del rango meta de más o menos 4%.
El Banco Central también señala que si bien la inflación se ha mantenido de forma persistente por debajo del rango meta y la economía ha crecido a tasas por encima de su potencial, que es lo mismo que un ligero calentamiento, este comportamiento obedece al choque positivo de oferta, asociado principalmente a la caída de los precios internacionales del petróleo.
Una observación acertada para tomar la decisión fue el hecho de que durante los últimos meses de 2016 se observó un incremento gradual en los precios del petróleo, mientras las proyecciones señalaban que este proceso continuaría en el horizonte de política.
La firma Deloitte destaca que es muy bueno, y muy difícil que ocurra, que la economía crezca dentro de su potencial con tasas de inflación muy bajas, destacando que esto es precisamente lo que muestran las estadísticas oficiales.
Ante este escenario, dice la firma, llama la atención que la tasa de interés real, esto es, la tasa de interés menos la inflación esperada, tenga una tendencia consistentemente al alza, particularmente en los últimos tres años, alcanzando cotas históricas: mientras en la banca múltiple la tasa pasiva real promedio del período 2007-2013 fue de 0.5%, en 2014 subió a 3.1%%, en 2015 fue de 2.9% y en 2016 de 4.5%.
Señala que la tasa activa real se ha comportado de la misma forma. El promedio de esta variable en el período 2007-2013 fue de 9.1%. En 2014 estaba en 10.4%, en 2015 subió a 11.4% y en 2016 a 12.9%.
Lo que sí está demostrado es que la estabilidad ha costado muy caro. Y como dice Deloitte, el Banco Central está sentado encima de más de RD$450,000 millones en certificados y tiene que seguir emitiendo, tanto para renovar vencimientos como para las operaciones monetarias. ¿Hasta cuándo habrá que emitir más certificados? Hay que esperar.