Dallan Muñoz atestigua que cuando se quiere se puede. Este ingeniero de 43 años de edad es un ejemplo a seguir para todos los que le conocen. Se inclinó por los negocios desde la niñez, con una inversión de tan solo 14 pesos, y hoy en día funge como dueño y gerente general de una de las principales distribuidoras de motores de arranque y alternadores, un sector que, según estima, mueve unos RD$25 millones al mes a nivel nacional.
Oriundo de Cristo Rey, Muñoz cuenta que siempre tuvo una visión optimista, con ansias de aprender, escalar y valerse por sí mismo. Su primer negocio fue un puesto de venta de mangos. Después pasó a ofertar aguacates, maní y otros productos. También fue limpiabotas, pero todas sus actividades las desempeñó pese a la oposición de su familia que prefería verlo solo en la escuela.
A los 12 años empezó a trabajar en un taller de mecánica sin cobrar un centavo, pues solo le interesaba aprender y conocer el mercado. Explica que, para entonces era tan pequeño, que para chequear los vehículos dañados debía colocarse encima de una cubeta.
Limpiabotas y chiripero, ingresó a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) para estudiar Ingeniería Electromecánica. Se tituló en 1998 y en ese mismo año comenzó la carrera de Ingeniería Industrial, pero se retiró cuando le faltaban por cursar nueve materias. Entendía que ya había adquirido los conocimientos sobre seguridad industrial y de otras asignaturas que necesitaba para los objetivos que perseguía.
“Cuando estaba en la universidad vendía tenis y otros tipos de zapatos por encargo; me iba hacia Elías Piña todos los viernes a comprar lo que me solicitaban, a veces sábanas, botas u otro artículo y me ganaba de RD$100 a RD$300”, recuerda. “Al mismo tiempo, tenía un carrito de vender hot dog y trabajaba con amigos como ayudante en talleres de aires acondicionados y plantas eléctricas”, añade.
“Yo no sirvo para ser empleado, desde que era limpiabotas trataba de hacer mi propia pasta”, recuerda el ahora dueño de Plaza del Motor de Arranque y del Alternador.
Este señor de aspecto incansable expresa que cuando terminó la universidad consiguió un trabajo en el que le pagaban RD$25,000. Pero renunció para irse a trabajar por un sueldo de RD$8,000 a un lugar en donde iba a aprender mucho más, lo que realmente le interesaba.
Para comenzar con el negocio del taller vendió un carro que había comprado por un valor de RD$130,000. En 2002 cuando se dispararon todos los precios le ofrecieron RD$200,000 y como tenía un propósito no lo pensó dos veces, y prefirió quedarse a pie y seguir tras su sueño. Con el dinero alquiló un contenedor en Villa Mella, el cual convirtió en su primera tienda, inaugurándola con el nombre de Auto Centro Norte.
La primera importación que hizo de repuestos mecánicos fue de US$250. Explica que también recibió ayuda de un hermano residente en Panamá, quien le puso a su alcance una serie de piezas sin interés alguno.
Confiesa que cuando fue a registrar su tienda en la Oficina Nacional de Propiedad Industrial (Onapi) lo asentó como si estuviera ubicada en el Ensanche La Fe, porque en ese sector fue donde siempre visualizó su negocio.
También registró el nombre Plaza del Motor de Arranque y del Alternador, sin aun tener nada concretado.
La segunda tienda la posicionó en Bávaro con la ayuda de un socio, debido a que muchos de sus clientes le aconsejaron que sería un buen mercado. Lo estudió y, efectivamente, se instaló allí hace doce años, estableciendo la primera sucursal de la Plaza del Motor de Arranque y Alternador.
Tres años más tarde se pudo posicionar en el Ensanche La Fe con la segunda sucursal, donde permanece hasta el momento. Destaca que el 1 de febrero de este año inauguró otra sucursal en Panamá después de dos años analizando ese mercado.
“Trato de repartir”
“Tengo una forma diferente de administrar, no soy como los grandes empresarios que solo piensan en llenar sus bolsillos, yo siempre trato de repartir, mis empleados son testigos de que aquí lo que hay es de todos”, dice Dallan Muñoz. “Además, tenemos un plan social que consiste en que cada trabajador mío tenga su casa propia, ya lo hemos hecho con 5 empleados y seguiremos trabajando con esa causa”, afirma.
“También trato de que mis empleados sean vitalicios, en el buen sentido de la palabra”, añade. “Cada persona tiene su forma, yo como líder buscaré la manera de lidiar con todos”, afirma el emprendedor. “En esta sucursal hay 27 empleados, somos una empresa pequeña pero con estructura, aquí cada quien sabe lo que tiene que hacer, soy muy recto con ellos; por ejemplo, si el mensajero se pasa una luz en rojo, él debe asumir las consecuencias y pagar su multa”.