En referencia a las informaciones que dan cuenta de una masiva presencia de ciudadanos de la República Bolivariana de Venezuela en territorio dominicano, que aparentemente le están huyendo a la crisis económica, política y social que vive esa nación, se me ocurrió observar las estadísticas disponibles a los fines de ver qué tan cierto es eso.
De acuerdo con los informes del Banco Central sobre la llegada y salida de ciudadanos por la vía aérea, se destaca que en el año 2015 llegaron a República Dominicana 167,176 ciudadanos venezolanos en calidad de turistas. Ese mismo año se registra la salida de 166,903, una diferencia de 273 que no se puede afirmar que se quedaron en el país, pero ofrece una idea del flujo de entrada y salida.
Pero en 2016 se produjo un incremento en la llegada de venezolanos con la cantidad de 170,713. A lo que se agrega el dato de que la salida de ciudadanos de esa nación el mismo año fue de 161,636, lo que indica que 9,081 se habrían quedado en el país.
Para los primeros nueve meses de este año la proporción de llegadas lleva un ritmo mucho más reducido, con una caída de -36.5% en comparación con los venezolanos que entraron al país en enero-octubre de 2016. En términos absolutos, a octubre de 2016 habían llegado al país 142,540 ciudadanos venezolanos y hasta el mismo mes de este año llegaron 90,396.
Sin embargo, aunque ha bajado la cantidad en la llegada de venezolanos se mantiene una tendencia en la cantidad de los que se quedan, es decir, que no regresan a su país de origen. Esto así, porque de los 90,396 que ingresaron, sólo hubo 85,269 salidas para una diferencia de 5,127.
No se puede afirmar de manera categórica que la diferencia entre llegada y salida implica que son ciudadanos que se quedaron por completo en el país, pero sí ofrece un dato aproximado, pues no es algo que ocurrió en un año específico, sino que en los últimos tres años, desde 2015 hasta octubre de 2017, se registra la cantidad de 14,481 ciudadanos de esa nación que llegaron al país y no salieron.
En todo caso, esa no es una cantidad exagerada para el período analizado. Además, se observa que hubo una tendencia más notable y crecida en 2016, pero este año la intensidad ha bajado, lo cual hace pensar que tal vez la situación de crisis en esa nación ha ido cediendo un poco.
Otra razón puede ser que las autoridades migratorias, tanto de Venezuela como de República Dominicana, han aumentado los controles para evitar que ciudadanos de la nación de América del Sur como turistas (no necesitan visa, sólo una tarjeta de visitante) y luego se les ocurra quedarse en procura de mejores condiciones de vida en este país que si bien es pobre y también vive una situación difícil, se torna paradisíaco cuando se compara con lo vivido en Venezuela, o al menos con lo que se ve en los medios de comunicación.
En todo caso, la generosidad de los dominicanos no se hace esperar, no solo por la tradición de buenos receptores que nos caracteriza, sino también porque se trata de ciudadanos que se mezclan fácilmente en el país y no corren el riesgo de ser buscados por “la camiona” de Migración que sale cada cierto tiempo a recoger haitianos indocumentados.
También se destacan los lazos históricos entre venezolanos y dominicanos. No hay que olvidar que nuestro padre fundador, Juan Pablo Duarte, vivió los últimos años de su vida en Venezuela. Tampoco se debe olvidar que Venezuela fue receptora de muchos dominicanos y dominicanas que acudieron a ese territorio en busca de mejor vida cuando la bonanza económica ofrecida por el petróleo le llovía a ese gran país.
Lastimosamente, la debilidad institucional, malas dirigencias gubernamentales y otros aspectos sobre los que no hay espacio para explicar, han hecho de esa rica y próspera nación un espacio de dificultades para vivir en paz y con la abundancia que requieren y merecen sus ciudadanos.
Pero esas son las estadísticas oficiales, de las cuales se desprende que tal vez no sea tan alta la cantidad de venezolanos que vienen para quedarse.