Los dominicanos tenemos un problema con el desorden en nuestras ciudades, pese a que somos un destino turístico que quiere atraer visitantes a sus urbes, además de sus playas y montañas. Los ayuntamientos del Gran Santo Domingo y el Ministerio de Obras Públicas pudieran, por ejemplo, contribuir a enfrentar ese desorden con la simple aplicación de la ley.
¿Cómo es posible que un edificio que se acaba de levantar en el kilómetro 14 de la Autopista Duarte, cerca de la entrada de Los Alcarrizos, haya dejado menos de un metro de acera en una vía en donde deberíamos pensar en aceras de dos metros o más para ir redefiniendo el perfil de nuestras urbes?
¿Cómo es posible que debajo del paso peatonal próximo a la autopista Duarte con prolongación 27 de Febrero se instale una freiduría fija y que incluso se vea allí a agentes de Obras Públicas y la Digesett consumiendo (¿comprando?) alimento como si nada?
¿Cómo es posible que en el Kilómetro 9 de la autopista Duarte, la entrada al Distrito Nacional y Santo Domingo Oeste se instale, en estos momentos, una plaza comercial al borde la autopista, con una acera de menos de un metro y con un vuelo en el segundo nivel que la cubre?
Definitivamente en República Dominicana hay que revisar la autoridad municipal y de Obras Públicas. Y, si no quieren aplicar la ley para los ciudadanos que habitamos estos rumbos, por lo menos que lo hagan para los turistas que anhelamos recibir por sus aportes de divisas.