El camino por el que transitan las cooperativas ahora tiene un poco de luz. Y parece que habrá más claridad en el mediano plazo. Estas entidades, especialmente las que realizan operaciones de intermediación financiera, están en ruta a dejar de ser parte de lo que se ha calificado como “banca de la sombra”.
En lo que sí hay que estar de acuerdo es en que es necesario ponerle más atención a las cooperativas, fiscalizar sus transacciones e incluirlas en algún método o plataforma tecnológica con capacidad para saber qué hacen y cómo lo hacen.
Los activos de las cooperativas que realizan operaciones muy similares a la de los bancos rondan los RD$50,000 millones. Es una cantidad respetable que no debe seguir sólo amparada en la confianza, también es necesario fiscalizar estas entidades con las herramientas adecuadas que den seguridad y garantía.
Las cooperativas, de naturaleza mutualista, en la que son los socios los responsables de vigilarse a sí mismos, ya han dejado de ser organizaciones pequeñas. En muchos casos son más grandes que algunos de los bancos múltiples del sistema. Sin embargo, y quizá sea a manera de sugerencia, es preciso tener cuidado con cuál sería el papel que jugaría la Superintendencia de Bancos (SIB) en un esquema de fiscalización especializado para las cooperativas.
El sistema bancario es saludable. Hay que tener cuidado con integrar a las estadísticas del sistema financiero lo que sucede con las cooperativas, pues cualquier debilidad podría afectar la salud de todo el sector. ¿Por qué las operaciones del Banco Agrícola no aparecen reflejadas en los números que se publican de la banca dominicana? Sencillo: porque es una entidad de alto riesgo, cuya cartera depende, en gran medida, del comportamiento del clima y no se puede transferir esta debilidad al resto.
Hay que celebrar la actitud del gobernador del Banco Central (BC), Héctor Valdez Albizu, de reunirse con los ejecutivos de la Asociación de Instituciones Rurales de Ahorro y Crédito (Airac) y la Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito y afines, con el propósito de buscar alternativas que permitan incluir a estas entidades al régimen de regulación y supervisión establecido en la Ley Monetaria y Financiera 183-02.
Hasta ahora, se han estado evaluando distintas alternativas para sugerir al Ministerio de la Presidencia su incorporación en el anteproyecto de ley que procura reformar el sistema cooperativo que está bajo su coordinación, previo conocimiento y ponderación por parte de la Junta Monetaria.
La versión consensuada de regulación de las cooperativas que realizan intermediación financiera, permitirá a este segmento ampliar sus funciones, dentro de las cuales se encuentran la emisión de tarjetas de débito y de crédito, realizar operaciones cambiarias y, a la vez, tener un mayor control de riesgo sistémico, acceso a los sistemas de pagos, elevar su reconocimiento ante los organismos locales e internacionales, entre otras.
Es propicia la ocasión para aplaudir a la Airac, a través de su presidente Alfredo Darío Dorrejo, que se mostró complacida por el esfuerzo del Banco Central por tratar de buscar una solución viable, manteniendo las características y la naturaleza de las cooperativas como entes de la economía solidaria en el país.
La propuesta de la autoridad monetaria y financiera es que aquellas cooperativas que realizan intermediación financiera sean reguladas y supervisadas por la Junta Monetaria y la SIB, en tanto que las cooperativas de trabajo, servicios múltiples, viviendas, agropecuarias y las gremiales, tales como la cooperativa de los maestros, los médicos, sigan bajo el amparo del Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo (Idecoop), que sería transformado en una Superintendencia de Cooperativas, a la cual se le dotaría de los instrumentos legales que le permita ejercer una supervisión eficaz, gobierno corporativo y capacidad para dictar sus propios reglamentos.