Este 25 de noviembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, aprobado por la ONU el 17 de diciembre de 1999. Más que las consecuencias económicas que pudieran tener sobre la familia hechos lamentables que involucren a la pareja, lo más importante aquí es analizar algunas de las cifras que se vuelven alarmantes.
La Encuesta Demográfica y de Salud (Endesa) señala que el 39% de las mujeres que trabaja con remuneración declara haber recibido algún tiempo de violencia de manos de su pareja, cifra que baja a 28% cuando la mujer es desempleada.
¿Qué puede estar sucediendo en nuestra sociedad que las políticas que buscan evitar la agresión a la mujer no están funcionando? Hay factores que los expertos analizan de manera detallada. De hecho, los avances de la mujer a veces no son bien admitidos por hombres que aún se ubican, por su modo de proceder, en un período en el que la mujer era considerada un objeto, conducta que aún prevalece en culturas árabes.
Según Endesa, y estos datos sí que son preocupantes, el 26% de las mujeres entre 15-49 años reporta haber sufrido violencia física a partir de los 15 años, en contraste con el 20% en 2007, lo que indica que las políticas para frenar este mal no han sido efectivas. Y más grave aún es que el 13% experimentó violencia en el último año, superando el 10% del 2007.
La encuesta también destaca que el 7.4% ha sufrido violencia física durante el embarazo, indicador que muestra un ligero aumento con relación a la encuesta anterior (6.6% en 2007). Este dato revela que no importa la condición y ni el estado en que se encuentre la mujer para ser víctima del agresor. Particularmente preocupante resulta el hecho de que las adolescentes de 15-19 años reporten la cifra más alta en este renglón, 10.5%.
Nuestra propuesta, como medio de comunicación que busca el bienestar del país en su conjunto, es que se fortalezca la educación desde el seno de la familia, pero el mismo estableciendo un régimen de consecuencias que incluya a padres e hijos. Cada vez que vemos niños o adolescentes en nuestras calles en horas escolares o muy tarde en la noche es una señal de que no vamos por buen camino. Salud Pública, Educación, Interior y Policía y hasta los ayuntamientos deberían involucrarse más en estos temas, siempre buscando ayuda de los expertos.