Cada vez que República Dominicana acude al mercado financiero internacional a emitir deuda hay una constante que resaltan las autoridades locales: “la demanda de los inversionistas ha duplicado o triplicado la oferta”.
¿Hasta qué punto es bueno eso? La capacidad de endeudamiento de República Dominicana, a toda luz, parece no agotarse, a pesar de que la tabla clasificatoria de las tres empresas que evalúan el riesgo, especialmente Moody’s, por ejemplo, coloca la deuda dominicana en la línea del “riesgo alto”.
La Dirección General de Crédito Público, del Ministerio de Hacienda, destaca que al 31 de agosto de 2018 el saldo de la deuda del sector público no financiero (SPNF) totalizó US$31,554.3 millones, representando el 40.0% del producto interno bruto (PIB). El monto consolidado a julio cerró en US$38,844.2 millones, un 49.3% del PIB. En diciembre de 2013 era de US$28,267.5 millones, lo que significa un aumento relativo de 37.4% en menos de cinco años.
Un reporte publicado en elDinero señala que los bonos soberanos se ubican entre B1 y Ba3, en el caso de Moody’s y en el nivel BB- para las interpretaciones que le dan Standard & Poor’s y Fitch Ratings al riesgo de la deuda dominicana.
Si se toma como referencia las calificaciones B1 y B3, según la escala, el país está en capacidad mínima de pago, lo que equivale a un riesgo alto. De manera específica, detalla, una obligación calificada B es más vulnerable al no pago que las señaladas como BB, pero el emisor tiene actualmente la capacidad de cumplir con sus obligaciones.
Aunque el riesgo de la deuda dominicana no está, básicamente, por el lado de la volatilidad de la tasa de interés, porque más del 85% está contratada a un rendimiento fijo, la parte movediza viene dada por los efectos de una posible devaluación de la moneda. Mientras más pesos haya que buscar para pagar el servicio de la deuda, en esa misma proporción se encarece para el país.
Según el reporte del Ministerio de Hacienda al Congreso Nacional, el 69.8% está en dólares, por lo que el riesgo de convertibilidad es inherente a esa condición y proporción. De la deuda pública consolidada, el 67% es externa, y por ende en moneda extranjera, mientras que de la interna el 2.8% está comprometida en dólares.
“Nuestra situación de deuda es envidiable para la mayoría de los países, tanto como porcentaje del PIB como en su composición y naturaleza. República Dominicana tiene una deuda con una estructura sumamente sana”, dijo el ministro de Hacienda, Donald Guerrero, al presentar los resultados de las finanzas públicas en febrero de 2017.
Esta afirmación del funcionario provocó una respuesta casi de inmediato del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) y del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES), que le dijeron que no, que no es cierto.
Los compromisos financieros del país han crecido de manera continua a un ritmo superior a los US$2,500 millones durante los últimos cinco años.
Colocación de deuda en bonos
A mediados de año, el Gobierno colocó bonos soberanos en el mercado internacional de capitales por US$1,300 millones en un bono a 10 años y a una tasa de rendimiento de 6.0%.
Al ofrecer la información, el Ministro de Hacienda, Donald Guerrero Ortiz, afirmó que la colocación no sólo fue exitosa, sino que la demanda total fue muy superior al monto ofertado por el país, pese a la volatilidad en los mercados financieros internacionales.
Precisó que casi 200 cuentas de inversionistas demandaron el bono en dólares por el cual se recibió una demanda de aproximadamente U$S3,500 millones, alrededor de 2.7 veces el monto de la emisión.