El especialista en macrodatos argentino Pablo Giudici, reconocido como uno de los mejores en su campo por Oracle, entiende el miedo de la sociedad hacia los llamados “big data”, pero cree que cada vez “menos” empresas van a darles un uso malicioso y eso redundará “en beneficio” de las gente.
“Se puede usar un martillo para clavar un clavo o lo puedes usar para romper un vidrio, creo que cada vez tiene menos lugar donde operar esa gente (malintencionada)”, dice Giudici en una entrevista con Efe en sus oficinas como gerente de Big Data y Analytics de AGEA, la matriz a la que pertenecen los diarios argentinos Clarín y Olé, donde realiza análisis de datos aplicado al marketing.
El pasado octubre, la empresa tecnológica estadounidense Oracle le otorgó el premio a mejor jefe de datos de Latinoamérica, durante su evento Oracle OpenWorld de San Francisco (EE.UU.).
La multinacional de soluciones en la nube y locales le reconoció por combinar herramientas para gestionar grandes volúmenes de datos con tecnologías de segmentación de audiencias y preparación de campañas.
“Eso te da orgullo, te da seguridad para seguir adelante”, asevera Giudici sobre los reconocimientos. Cuando se le pregunta si se considera de los mejores en lo suyo después de los premios dice que sí, pero que tampoco se ve como “un genio excelente”.
Meses después, de vuelta en Argentina, analiza el estado actual de los macrodatos, en boga dentro de las grandes compañías pero sobre el que parte de la sociedad siente desconfianza por escándalos como el de Cambridge Analytica y Facebook.
Para Giudici, ese miedo procede del “desconocimiento”.
“Muchas veces me preguntan qué hacemos con los datos (…), una de mis preocupaciones es la seguridad de los datos, yo voy a tratar de proteger el dato todo lo que pueda”, dice el especialista, reconocido con otros galardones en el país suramericano.
Pero el miedo es fundado, ya que en marzo de 2018 se reveló que la consultora británica Cambridge Analytica utilizó una aplicación para recopilar millones de datos de internautas de la plataforma sin su consentimiento con fines políticos.
La empresa se había servido de datos de la red social Facebook, que quedó salpicada, para elaborar perfiles psicológicos de votantes, que supuestamente vendieron a la campaña del ahora presidente estadounidense, Donald Trump, durante las elecciones de 2016, entre otros.
Giudici reconoce que el caso de Cambridge Analytica “marcó una situación de alerta” en la que se vio que la manipulación de profesionales de los macrodatos puede hacer que una persona “vaya a un lugar que no tenía en su imaginario o cambie en su decisión, como el caso del voto”.
Pero insiste en que él imagina un futuro en el que todos los datos se integren “en beneficio de las personas y la seguridad”, donde las empresas ofrezcan a sus clientes contenido y publicidad adecuada a sus intereses.
“Falta mucho”, afirma, porque los algoritmos funcionan “bastante bien, pero no del todo bien”, por lo que tiene que haber “algún filtro humano” a su lado.
Giudici se refiere a escenas como cuando un usuario compra un vuelo y, durante los siguientes meses, solo recibe publicidad de pasajes idénticos en vez de ofertas que le aporten algo más de lo que ya posee.
Para el futuro, opina que las empresas tienen que saber qué datos recolectar, porque “el almacenamiento es barato pero tampoco sirve para guardar basura que no se usa nunca”.
Además, apunta hacia el buen manejo de los macrodatos en la sanidad, con la “correlación entre diagnósticos y tratamientos”, mientras que, según él, en el periodismo, el sector donde trabaja en la actualidad, puede ayudar a que los periodistas conozcan mejor al público al que se dirigen, al saber cómo consumen sus historias.
El experto en macrodatos empezó con un proyecto desde cero en Clarín y Olé y responde a las tendencias globales en almacenamiento de datos, pero Giudici bromea con que, en el siglo XX, multitud de empresas ya utilizaban sistemas de “big data” décadas antes de que alguien lo bautizara como tal.
“McDonalds enviaba a un tipo con un papel a apuntar con palitos la gente que pasaba por la esquina donde querían situar el establecimiento”, recuerda Giudici en su oficina de Buenos Aires.