Cuando Joseph Stiglitz escribió su libro cuyo nombre es el título de este artículo, trató de explicar cuál era el origen de la desigualdad económica y cómo el mercado y el Estado de alguna manera eran cómplices de esta situación.
Dice Stiglitz que “los mercados por si solos no son ni eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en manos de unos pocos…, en tanto las políticas públicas son propensas a acentuar esta tendencia, influyendo sobre los mercados en modos que dan ventajas más a los ricos que al resto”.
El problema, sin embargo, es saber cómo llegamos a ser tan desiguales, sobre todo en las economías pequeñas y cuáles son las consecuencias de esto. En principio, la desigualdad es un tema de ingreso; si usted no tiene ingreso permanente no puede comprar los bienes y servicios que necesita para la vida.
Ahora bien, cómo se generan los ingresos de una persona? A través de un empleo, conseguido en función de unas capacidades –pero para esto tiene que haber estudiado-, o mediante la explotación de los activos de capital que se poseen, tales como tierra (cobro de renta de la tierra), inmuebles (cobro por alquileres), dinero en bancos (interés por ahorro, compra de bonos y títulos, etc.). Pero sucede que los pobres de ayer y los de hoy ni se prepararon en términos educativos ni pudieron acumular activos para ponerlos a producir. De ahí la desigualdad económica y su ramificación hacia la desigualdad social.
Un elemento adicional es que para que haya empleo la economía tiene que crecer de manera sostenida, y eso implica que el país debe tener un atractivo clima de inversiones y una estabilidad para que los empresarios se motiven a invertir y se puedan generar nuevos empleos. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. Y también es más fácil que la gente pobre, y otros no muy pobres, se cansen de esperar y se vayan a la economía informal, que funciona en cualquier calle o avenida de cualquier ciudad sin la sombra fiscal del Gobierno.
Otro problema relacionado con la desigualdad económica es la falta de oportunidades. Los hijos de los ricos tendrán siempre más oportunidades de conseguir un empleo mejor remunerado que los hijos de los pobres, y esto se transmite de padre a hijo a nieto. De ahí la reproducción de la pobreza y la interpretación errónea de algunos de que esta es particularmente una opción y no una condición.
Los salarios bajos y estancados parecen ser otra fuente de desigualdad. Salarios de miseria no solo hacen más desigual a los ciudadanos de un país, sino que los impulsa y encamina hacia el narcotráfico, la prostitución, problemas sanitarios, menor cohesión social, criminalidad y menor esperanza de vida. Y esto se convierte en un círculo vicioso del que aún muchos países, incluyendo la República Dominicana, no han podido salir.
Finalmente, se dice que la historia de la sociedad capitalista es la historia de la desigualdad. Entonces, queda una pregunta: seremos tan desiguales mientras exista el capitalismo?