[dropcap]E[/dropcap]l Metro de Santo Domingo es la apuesta más acertada del Estado dominicano para adecentar el transporte urbano. La mejor prueba es que a diario más de 215,000 personas hacen uso de este medio masivo, con los mejores estándares de seguridad y dignidad, llegando a tiempo a sus destinos. Y es de orden recordar que los países desarrollados son celosos con la puntualidad.
Esta súper obra, cuyo costo fue de US$700 millones, es quizá una de las que más opinión pública generó en los últimos años. Quienes se oponían a su construcción hoy reconocen que fue una decisión acertada del gobierno. Sólo hay que preguntarles a los miles y miles de dominicanos que a diario se ahorran dinero en pasajes tomando un sistema de transporte que le brinda seguridad, puntualidad y un trato humano.
Cuando se trate de enfrentar reivindicaciones sociales y económicas, República Dominicana debe apostar a soluciones definitivas. El Metro es, a todas luces, una vía que con los años habrá que seguir expandiéndolo para lograr su efectividad total sobre los más pobres del Gran Santo Domingo. Lo lamentable hoy es que sólo haya dos líneas.
Ahora bien, cuando se habla de la sustentación financiera del Metro hay que ser responsable y no aprovecharse de la ignorancia inducida de que, lamentablemente, padece una parte de la población. Un pasaje cuesta RD$20, lo que establece que los ingresos por este concepto están entre RD$4.3 y RD$4.5 millones cada día, sólo por este concepto.
La Oficina Para el Reordenamiento del Transporte (Opret), que tiene a su cargo su operación, recibe cerca de RD$20 millones al mes por alquiler de espacio. Al año le ingresan cerca de RD$1,600 millones, pero su presupuesto de operación ronda los RD$4,000 millones durante este año.
Los números, haciendo un simple cálculo, establecen que hay un faltante de RD$2,400 millones que deben ser transferidos del presupuesto de la nación. ¿Se le puede llamar a este monto un subsidio al Metro de Santo Domingo? La respuesta es sí.
Lo que no se puede decir es que el subsidio que se transfiere para cubrir el faltante operativo del Metro es para el Metro. En realidad, estos recursos van directamente a cada pasajero que hace uso de este transporte, lo que no sucede con los cuatro millones de galones de combustibles que reciben empresarios del transporte todos los meses, sin asumir el compromiso de ofrecer rutas convenientes para los usuarios en unidades confortables, seguras y no contaminantes.
Ningún sistema de Metro es rentable en el mundo. Todo lo contrario, los Estados invierten en estas soluciones de transporte porque contribuyen, no sólo con la economía familiar, sino también con la protección del medio ambiente, evitan la contaminación por ruido y reducen los riesgos al transitar por calles repletas de conductores imprudentes e irrespetuosos de las normativas de tránsito.
Nos toca, sin excepción de dominicanos, cuidar esta apuesta por la modernidad.