Los bares, gimnasios, supermercados, plazas abiertas, pero las escuelas permanecen cerradas. Uno no se explica cómo no es posible lograr un esquema en el que los niños se puedan incorporar a las clases de manera progresiva y planificada. Si hemos sido capaces de abrir hoteles, bares, restaurantes porque no podemos ser capaces de abrir las escuelas. Hay experiencias en muchos países de como se puede hacer de manera segura. Y mejor aun si se ha demostrado que los niños son los menos afectados con la enfermedad, registran las tasas más bajas de contagios y prácticamente los niveles de letalidad son cero.
Los niños en cierta medida han sido muy golpeados por la pandemia, no se les permitía ir a supermercados, parques y plazas y mucho menos visitar a familiares. Ha sido difícil enfrentar el distanciamiento y alejarlos de los abrazos y caricias de sus más cercanos. Tampoco han podido estar con los abuelos mucho tiempo, sobre todo aquellos que no viven con ellos.
Hay que ver el tremendo impacto que están teniendo con el encierro y el daño emocional y hasta su propia salud física. Muchos ni siquiera pueden salir a correr, montar bicicleta y socializar. Son la sociedad del futuro y si no cuidamos su salud física y mental, el futuro que nos depara es terrible. Puede ser mucho mayor el impacto económico y social en el largo plazo.
También los padres han sufrido un impacto enorme en termino de asumir uno que otros roles para lo que no estábamos entrenados, así como el propio manejo de la tecnología y la disponibilidad de internet, tener todo el tiempo a los niños en la casa sin posibilidad de que se ejerciten y tomen aire.
Los maestros son la otra pata de la mesa que son vitales y que también han tenido sus efectos negativos y positivos con la pandemia, muchos han perdido sus empleos sobre todo en los colegios privados, otros han tenido que adaptarse, de una manera veloz, y sin precedentes al uso obligado de la tecnología, de impartir clases virtuales y de usar herramientas, muchas veces desconocidas para ellos.
Ciertamente que la pandemia nos trajo un viraje inesperado a la total virtualidad y es cierto que ellos son los mayores usuarios de la tecnología. Muchos son diestros con los celulares, tabletas y computadoras. Hemos tenido un tremendo beneficio porque se han adaptado en cierta medida, con las limitaciones que impone el reducido acceso al internet de nuestro país tercermundista y las propias limitaciones en el hogar. Pero no es suficiente la virtualidad, necesitan socializar, intercambiar e interactuar en las aulas. Eso es innegable. Y muchos expertos, pedagogos, psicólogos, pediatras y cientistas sociales analizan este fenómeno y han teorizado sobre el impacto negativo que esta teniendo la pandemia en los niños y su consiguiente alejamiento de las aulas.
Esta semana un grupo de padres organizados en el colectivo de Padres por la Educación Presencial en la República Dominicana (PPEPRD) notificó a las autoridades, a través de un acto de alguacil, de una puesta en mora para que en un plazo de 15 días presente un plan de desescalada o ruta crítica para reanudar las clases presenciales de manera segura, gradual y voluntaria. Educa también organizó un foro virtual de debate sobre el tema. Un movimiento que está creciendo cada vez más en el país.
Se impone que, como país, asumamos una estrategia, un plan bien hecho, minucioso, pero aterrizado a nuestra realidad para incorporar a nuestros niños y adolescentes a las escuelas. Busquemos la forma de hacerlo. Hay estrategias y acciones que se pueden acometer para lograrlo, con un calendario preciso y conciso. Que se reúnan todos los expertos de todas las ramas profesionales y que puedan dar sus mejores e ideas y acompañar en ese proceso. Pero eso sí, sin dilación que se priorice como lo vamos a implementar y como lo vamos a comunicar, y lógicamente el acompañamiento educativo para que todos nos involucremos.
Unos han opinado de abrir las escuelas cuando este más del 70 de la población inmunizada, pero eso se tomará tiempo, seguro que saltaremos al año entrante y cuidado si más allá para cubrir al 70% de la población con dos dosis de una que otra vacuna.
Yo se que hay riesgos, y hasta eso hay que contemplarlos, incluyendo como vamos a gestionar el personal docente y administrativo, como se implementarán las pruebas y las medidas de higiene y distanciamiento. Los maestros y su salud física y mental es clave en esta coyuntura y la forma de abordarlos también tiene que darles mucha seguridad a ellos. El plan de vuelta al colegio tiene que estar vinculado en cierta medida a la vacunación de los maestros y del personal administrativo.
En Italia por ejemplo, uno de los países más golpeado por la pandemia, retornaron a las clases presenciales desde septiembre del 2020 y lo han seguido haciendo, pero están siguiendo un estricto protocolo.
Hay que ir haciendo ensayos o pilotos porque no puede ser que un país que necesita tanto la educación este priorizando más el ocio y la diversión en bares y discotecas que la enseñanza y educación de nuestros futuros ciudadanos.