El presidente Luis Abinader respondió algunas preguntas de periodistas durante la presentación del Plan Nacional de Empleo. El acto fue en el Palacio Nacional. Después de cuatro preguntas los encargados de Comunicaciones de la Presidencia mandaron a parar la ronda de preguntas. “Hay más preguntas, señor Presidente”, se escuchaba desde el lado de los periodistas. Hubo dos participaciones más, entre las que estuvo la de este servidor.
Luego de un poco de contextualización, le dirigimos la pregunta al presidente Luis Abinader: ¿Habrá sí o no reforma fiscal en este año para que entre en ejecución en 2022? El jefe de Estado dijo que ya había hablado del tema. Pero como buen comunicador, se refirió al tema.
“Nos hemos referido en innúmeras ocasiones, incluso en un discurso del año pasado, donde dijimos que este año se debía discutir para su implementación el próximo año. No hay nada nuevo sobre eso”.
Si bien el tema de la reforma fiscal no es nuevo, sí lo es el contexto. No sabíamos que la pandemia duraría tanto ni nos golpearía tan fuerte. Tampoco sabíamos de las advertencias de figuras importantes de la opinión pública sobre una reforma ahora, ni teníamos en planes ver las protestas que se escenifican en algunos países ante la propuesta de reformar el sistema tributario. Colombia es sólo un ejemplo.
República Dominicana debe prepararse para una reforma de su sistema tributario. Será ahora o después, pero no demasiado tarde. Si partimos de la Estrategia Nacional de Desarrollo, ya tenemos ocho años de retraso, lo que, sin lugar a dudas, se ha traducido en una debilidad del Estado para materializar las grandes transformaciones estructurales que habrán de garantizar un desarrollo sostenible e inclusivo.
Una débil presión tributaria, es decir, la relación de los ingresos tributarios respecto al PIB, sumada a la falta de planificación estratégica y transparente de lo que debe ser el desarrollo y crecimiento económico, ha impedido que República Dominicana sea una economía con una mayor fortaleza en términos de atracción de la inversión privada, local y extranjera, así como dejar de ser tan dependiente de sectores tan volátiles como las remesas, zonas francas y turismo. El sistema tributario nuestro debería ser un campo fértil para fomentar una verdadera industrialización nacional con vocación exportadora.
China es un ejemplo de lo que es ser una economía industrializada y fuerte. Creció alrededor de 2.3% en 2020, paradójicamente donde se inició la pandemia. ¿Por qué? Porque su capacidad exportadora es tan grande que pudo resistir la crisis. El problema de desabastecimiento durante 2020, más que de producción, fue logístico y más concretamente con el transporte. Recordemos que el petróleo llegó a cotizarse en terreno negativo.
Este panorama nos indica que si República Dominicana tuviera un sistema tributario simple, que no abra tantas ventanas a la evasión y no fuera tan costoso para las empresas, posiblemente hubiera una mayor cantidad de empresas industriales aprovechando las condiciones ventajosas que nos ofrece la geografía.
Ahora bien, como la reforma fiscal será un hecho del que no podremos escapar, porque está en lista de espera hace algunos años, lo importante aquí es impulsar todo un sistema impositivo que esté acorde con la realidad dominicana, que grave a los capitales más importantes desde el punto de vista de los ingresos, pero no por el lado de la inversión.
Hay algunas voces que se han levantado para que se posponga la discusión de la reforma integral del sistema tributario, ya que la economía está dando señales de recuperación y porque aún la ciudadanía no se repone de los efectos directos de la pandemia. Sin embargo, sería bueno preguntarse ¿hasta cuándo se postergarán las grandes decisiones que tendrán un efecto directo en el desarrollo económico y humano de los ciudadanos dominicanos?
Estoy de acuerdo con el presidente Luis Abinader. Debemos consensuar para hacer una reforma tributaria que pueda permitir, y no hacer parches tributarios como se han hecho, una combinación en el aumento de la base tributaria, en algunos casos, y de disminuir y eliminar tasas en otros. Ahora bien, de que hay que hacerla, hay que hacerla.