La población, casi sin excepción, se ha quejado de aumentos desproporcionados en los precios de los principales productos de consumo masivo. Y es verdad: prácticamente todo ha subido. Combustibles, carnes de pollo, cerdo y res; aceites, jabones, embutidos, azúcares, condimentos y algunos rubros agrícolas.
Lo que pasó con el aceite fue sorprendente, pues su precio se disparó entre un 40% y un 60% en algunos casos. Otros artículos de consumo masivo aumentaron sus costos, lo que generó preocupación entre los consumidores. Bueno, y también lamentos.
Las quejas por las alzas de precios están que llegan al cielo. La población reclama, mientras el Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (ProConsumidor) advierte que le da seguimiento al mercado para determinar si hay especulación.
Lo cierto es que hay una combinación de factores que explican lo que viene sucediendo con los precios de los artículos de consumo masivo. Lo primero que debemos saber es que la inflación es un fenómeno normal en las economías de libre mercado. Sin inflación no habría inversión y, por ende, tampoco hubiera plazas de trabajo.
La inflación, como todos conocemos, es el aumento de precios en un período determinado respecto a otro de referencia. Lo malo de ella está cuando se da de manera desproporcionada, provocando desajustes en la economía y una pérdida pronunciada de la capacidad de compras de la población. La verdad hay que decirla: afecta la popularidad de los gobiernos y se producen protestas sociales, principalmente entre los segmentos de la población con menor poder adquisitivo.
¿Por qué la reactivación económica genera inflación? La respuesta es simple: una mayor demanda de bienes y servicios tiende a generar presión en la oferta, provocando que los precios suban. La situación empeora si se agregan otros factores, tales como escasez, problemas logísticos, aumento en los costos de producción por efecto de la materia prima y, además, por ajustes en los costos laborales.
Otra de las variables que pueden generar inflación es la devaluación de la moneda, pues al perder poder de compra es necesario buscar más pesos para adquirir un bien o servicio. En el caso de República Dominicana, en los últimos años, no es el caso, pues ha habido una apreciación frente al dólar, que es la divisa de referencia para el comercio exterior.
¿Y la especulación? Es otro factor a tomar en cuenta cuando se trata de aumento en los precios. Esto se da cuando los productores o intermediarios administran sus inventarios para controlar la oferta de los productos, provocando que los demandantes paguen más para obtenerlos. En economía, salvando las diferencias, podría llamarse “costo de oportunidad”, aunque este fenómeno se da al sacrificar algo para lograr otra cosa.
Ahora bien, en todo este juego de la inflación o alzas en los precios hay otro aspecto a considerar. Se trata de quienes se aprovechan de un déficit que afecta a gran parte de la población: la ignorancia. Saben el porqué, pero no lo explican.