Termina la vida y el ataúd, depositado en un nicho, es la última morada de los difuntos. Al ser un producto de consumo necesario, tras la pérdida del último hálito de vida, hace que su fabricación sea un negocio sólido y de constante demanda.
Blancos, dorados, grises y hasta rosados, los hay en diferentes tipos, diseños, tamaños y modelos, todo ajustado a los requerimientos que tenga la familia.
Aunque el usuario no lo necesite, están fabricados para darle confort y una sepultura con altura. Así lo explicó Armando Rancier, encargado de Operaciones de la Funeraria y Fábrica de Ataúdes Rancier.
En sus inicios, 50 años atrás, el negocio de la familia Rancier era una fábrica de mobiliarios institucionales, escolares y médicos. Con la apertura del mercado a la importación de los referidos productos, la familia tuvo que reinventarse con un producto de demanda y de permanencia en el mercado y desde 2004 se consolidó la fábrica de ataúdes, indicó el encargado de operaciones.
Cinco años más tarde, en 2009 la familia Rancier inició la Protectora Nacional, una compañía que brinda todos los servicios funerarios.

En la actualidad, Rancier distribuye ataúdes en el mercado funerario de todo el país en los modelos deluxe, majestuoso, pomposo y dignos, todos elaborados en acero galvanizado, así como los planes funerarios con igual nombre que los ataúdes.
Los precios de los féretros Rancier en la funeraria de igual nombre van desde RD$48,000 el deluxe; RD$35 el majestuoso; RD$22,000 el pomposo y RD$15,000 el modelo digno.
Una de las características que tienen las cajas de la compañía Rancier es que son pintados con pintura en polvo y llevados al horno para posterior secado.
Aunque los colores tradicionales para este tipo de productos son el marrón, dorado, grises y blancos, también la fábrica los ha elaborado en rosado y en azules, así como con el interior en rojo, por petición de los compradores.
Paradójicamente, con la pandemia del covid-19 la funeraria tuvo bajas en las ventas, ya que, según explicó Armando, los familiares no podían hacer los velatorios por cuestiones de salud y por el proceso hermético del entierro, yendo desde el hospital hasta el cementerio.
Exportación
Aunque en el mercado local hay diversas fábricas de ataúdes, solo hay una bajo el régimen de zonas francas, Starline Caskets, en San Pedro de Macorís. Exporta sus productos a Puerto Rico, Canadá, Granada, Aruba, Bahamas y Curazao, lo que la coloca como la fábrica de ataúdes más grande del Caribe.
Entre enero y septiembre el valor de las exportaciones en FOB es de US$349,050, mientras que en 2020 el monto alcanzó un valor FOB de US$273,935.
La empresa asegura que conjuga calidad, precios y tiempo de distribución a nivel internacional. Cuenta con más de diez años de experiencia en el mercado local.
En el país, los servicios funerarios, incluyendo el suministro de ataúdes, se encuentran exentos de Impuesto sobre Transferencias de Bienes Industrializados y Servicios (Itbis), conforme con el artículo 14 del Reglamento 293-11.