Cuando llega el momento de despedir a un ser querido, además de la tristeza y el dolor que afecta a la familia, el proceso implica una serie de elementos, sobre todo financieros, que requieren ser atendidos para culminar con una de las etapas más dolorosas para cualquier ser humano. En el camino a la morada final, donde descansarán los restos de esos seres queridos, se deben poner en contacto con la persona que le fabricará una lápida o tarja conteniendo los datos del fallecido.
Si le toca hacerlo en el Cementerio Cristo Redentor tendrá que hablar con Bernardo Rodríguez, encargado de preparar las lápidas para las bóvedas, trabajo que realiza desde hace más de 15 años, lo que le permite llevar el sustento diario de sus siete hijos. Cuenta que al principio le costó adaptarse a este trabajo por los episodios de dolor que le tocaba presenciar, con imágenes que, en muchos casos, eran perturbadoras y no le permitían conciliar el sueño por las noches.
“Al principio fue un poco difícil, porque a uno le toca estar cerca de la gente que viene llena de dolor a sepultar sus parientes. A mí se me salían hasta las lágrimas viendo a esa gente angustiada al enterrar a sus parientes y uno tiene que estar ahí. En los primeros meses eso me imposibilitaba dormir en las noches”, explica.
Como cuenta que durante más de 15 años ha trabajado en la fabricación y el mantenimiento. Lo ha hecho no solo de las lápidas, sino también de los nichos donde son sepultados los restos de los miles de cadáveres que les ha tocado conducir hasta su última morada.
Al preguntársele si alguna vez ha sentido miedo al trabajar rodeado de muertos, su respuesta es explícita: “Uno se va acostumbrando. A lo primero yo como que me aterraba un chin, pero después como que uno se acostumbra y sabe que son solo cuerpos sin vida”.
¿Has tenido alguna experiencia de terror, has visto o escuchado algo que te parezca fuera de lo normal? “Yo le voy a decir la verdad: yo no he visto nada extraño, pero sí he escuchado sonidos que uno se queda como raro”, reveló.

Precios por lápidas
Las lápidas tienen dos precios, ya que dependiendo de su tamaño cuestan entre RD$4,000 y RD$8,000. Por las más grandes se paga el precio más alto. Bernardo invierte RD$4,500 en materiales, quedando con RD$3,500 como ganancia. Diariamente puede llegar a fabricar tres o cuatro, llevando a su casa al final del día hasta RD$14,000. Las tarjas más pequeñas tienen un precio de RD$4,000 con una inversión de RD$2,500 en los materiales, logra obtener RD$1,500 de ganancias.
Dependiendo como vaya el día, Bernardo puede llegar a fabricar hasta dos en un día. “Porque aquí siempre mueren gente, hay días que se me juntan hasta cinco lápidas y yo lo que hago es que le pago a un amigo mío a RD$1,200 cada una, para que me ayude y él se gana su comida también”, declaró.
El trabajo para este hombre no es solamente tallar las tarjas en los depósitos de cadáveres, también ofrece los servicios de mantenimiento y la fabricación de los nichos. “Si usted me deja a cargo de la tumba eso es un trabajo a parte, yo cobro RD$1,500 mensual por cada panteón y hasta ahora estoy a cargo de diez”, afirmó.
Entre los trabajos de mantenimiento que requieren esos panteones se encuentran mantener flores frescas, cortar la grama, evitar que tiren basura o desperdicios en sus alrededores y evitar que las bóvedas sean violadas o destruidas.
Los ingresos por mantenimientos pueden llegar hasta RD$15,000 mensual, sumado a la fabricación de lápidas, que le puede producir entre RD$80,000 y RD$90,000 cada mes, montos que varían de acuerdo a la demanda que tenga el campo santo.