[dropcap]L[/dropcap]os dominicanos, acostumbrados a la adopción de cuanta cosas nos llegan del estilo anglosajón, e influenciados por un acelerado proceso de transculturación, vienen celebrando Black Friday como si su origen estuviera en un campo del país. Así, inducidos por una indiscriminada y masiva propaganda, salimos en manada detrás de cuanto artículo se le antoje mercadear a los empresarios.
De esa manera nos convertimos en compradores compulsivos, irresponsables y desaprensivos, que apuestan a la satisfacción del hambre que se inventa hoy, en perjuicio de un bienestar con cara de futuro. Y resulta que “compramos cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para lucirle a gente a la que no le importamos”, para citar una frase anónima que cae bien en estos tiempos.
Mientras tanto, los consumidores se van con las manos llenas y los bolsillos vacíos, en tanto los comerciantes multiplican sus ganancias hasta donde los irracionales compradores quieran.
De esta manera, el desahorro se convierte en el elemento central que posibilita las compras, pues con los “sueldos cebollas” que gana la mayoría de los empleados públicos y privados, es imposible adquirir los productos –fraude incluido- que se ponen en oferta para esta ocasión.
De hecho, las estadísticas indican que alrededor del 85% de los asalariados del sector formal de la economía, tienen salarios menores a los RD$20,000 mensuales. Por eso, préstamos y tarjetas de crédito constituyen el complemento perfecto para garantizar en Black Friday el adelanto de las compras de diciembre, sin reparar en identificar las tasas de interés.
Paralelo a esto, Proconsumidor amenaza a los comerciantes con tomar medidas para garantizar un trato justo cuando se enfrenten la oferta y la demanda en Black Friday, pero todo el mundo sabe que eso es buche y pluma, pues el capitalismo salvaje que hemos asumido no conoce de normas ni reglamentaciones, sobre todo si no existen los mecanismos ni recursos para implementarlas.
De hecho, hasta los propios consumidores se burlarían de los inspectores de esa institución si los encontrarán tratando de “hacer justicia” en un proceso de compra.
De ahí que la pobreza se convierte en un círculo vicioso difícil de romper. Nos están enseñando a gastar lo que no tenemos, con o sin viernes negro, y ocurre que nunca ahorramos –menos con los sueldos cebolla existentes-, por lo que nunca tendremos para invertir, tal y como lo sugiere la ciencia económica.