[dropcap]C[/dropcap]omencemos por definir según el diccionario, la palabra liderazgo: es el conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo en el logro de metas y objetivos. También se entiende como la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar un proyecto, de forma eficaz y eficiente, sea éste personal, gerencial o institucional (dentro del proceso administrativo de la organización).
Sin embargo, equivocadamente muchos CEO’s piensan que atiborrando a los asociados de trabajo con largos comités, cuestionando en frente de todos la integridad en sus responsabilidades de trabajo; y promoviendo la cultura del terror como punta de lanza y principal activo en busca de la eficiencia y rentabilidad de las operaciones, es verdaderamente una performance que asegura el éxito a su gestión.
Qué equivocados están. Un verdadero líder inspira, da paz a sus asociados, estimula conociendo que no sólo el dinero devengado en una posición es lo necesario dentro de lo que busca el ser humano. Cómo se puede pensar que aquel que está temeroso de ejercer sus funciones verdaderamente rinda exitosamente en su día a día laboral.
El respeto a la dignidad del ser humano, la comprensión de la misma humanidad en cada quién, y la confianza como base de compromiso de rendimiento, son las piezas esenciales con que debe contar un verdadero CEO.
En una de las entrevistas más completas donde participó Steve Jobs como protagonista, se refería de la siguiente manera: “¿sabes cuántos comités tenemos en Apple? Cero comités. Tan sólo necesitamos una reunión de tres horas a la semana, donde cada quien, que está a cargo de cada módulo de negocio, incluyéndome a mí, presentamos lo que verdaderamente estamos haciendo para cumplir con los objetivos trazados en Apple”. Esto se pudiera extrapolar a que una multinacional y la empresa más grande del mundo en la actualidad lo hace semanal, entonces una empresa local, aun siendo la más grande de esa localidad, pudiera hacerlo dos veces al mes.
Muchas veces el CEO no conoce los objetivos de la empresa, y entiende los objetivos como sólo la rentabilidad en general de las operaciones diarias. Eso jamás podrá ser productivo e inspirador, aunque es obvio que en las unidades de trabajo se busca la rentabilidad de los accionistas. Hablamos de que cada quien, encargado de cada cosa dentro de la empresa, pueda responder, presentar y alcanzar metas en y a partir de los objetivos trazados en la empresa, por un buen CEO. Es mucho más sencillo hacer operaciones exitosas si la estructura de organización comienza por un CEO que entiende que es un ser humano, y que necesita apoyo y en algunos casos coaching, para hacer valer sus condiciones de líder.
Si la humildad no está impregnada en el corazón de ese líder, en vano serán los esfuerzos por formar verdaderos equipos de personas estimuladas, llenas de confianza, que se sientan valoradas, respetadas y necesarias. Permanecerá todo en el efecto trance de los “zombies”, un grupo de personas asustadas que necesitan producir dinero mensualmente para proveer las necesidades de sus familias.
No sólo es indignante trabajar así, es nocivo para la salud emocional, física y espiritual de cada quien. La vorágine de hacer negocios rentables y producir riquezas empuja a muchos a realizar labores de liderazgo sin estar necesariamente enfocados sobre qué y cuáles son las implicaciones de ejecutar una función pobre y de recursos limitados, incluso para el mismo CEO, no sólo sus asociados.
Y por último y lo más importante: Aún la empresa siga dando números buenos, y las riquezas crezcan, esto no significa necesariamente que la labor del CEO sea la conductora de este récord; significa que la empresa cuenta con asociados con una gran capacidad profesional y humana para cumplir sus responsabilidades y esto, a su vez, los hace apetecibles para empresas de la competencia o empresas en otros rubros. Y cuando esto sucede, una vez se conozca que ese asociado no se siente inspirado y por el contrario aterrorizado, las puertas se abren para un conquistador, un verdadero líder, un CEO como lo fue Steve Jobs y otros.