Luego de la pandemia y sus efectos ralentizadores para la economía y el aparato productivo nacional, se hace necesario que retomemos la agenda de progreso y nos enfoquemos en avanzar hacia la creación de un país más competitivo.
Como bien señala el Foro Económico Mundial, una economía es competitiva cuando el conjunto de instituciones, políticas y factores conducen a un mayor crecimiento, y facilitan el alcance a niveles de ingresos más altos y mayor bienestar en general. Aunque hemos avanzado en materia de competitividad, debemos priorizar con mayor celeridad las acciones que ameritan estos tiempos y nuestra sociedad.
Para seguir mejorando nuestros niveles de competitividad como país debemos enfocarnos en impulsar la innovación. Justamente hace unas semanas, el gobierno dominicano presentó la Política Nacional de Innovación, donde se identificaron tres desafíos que debemos enfrentar de aquí al año 2030 para crecer en estos aspectos. Se refiere a talento humano, la gobernanza efectiva y la inversión en esta área.
De acuerdo al Índice Global de Competitividad, que elabora cada año el Foro Económico Mundial (FEM) para medir la capacidad de un país de generar oportunidades de desarrollo económico para sus ciudadanos, República Dominicana se encuentra en la posición 78 del Ranking de Competitividad Global, de los 141 países analizados en 2019.
Este informe, evalúa el nivel de productividad de una economía en función de cuatro subíndices: ambiente apto, capital humano, mercado y ecosistema de innovación. Para cada uno de ellos tenemos oportunidades de fortalecer nuestro desempeño. Sin embargo, en el informe presentado recientemente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se promueve el “nearshoring” como una alternativa real para la integración de la región en el contexto de recuperación económica por la disrupción en las cadenas de suministro global, siendo República Dominicana uno de los países con mayor potencial de avance.
Incluso, la participación de firmas en las cadenas globales de valor trae múltiples beneficios que proporcionan más comercio e inversión, mayor productividad mediante transferencias de conocimiento y tecnología y la generación de más y mejores empleos con nuevas oportunidades para las mujeres.
Para que la Región pueda aprovechar la oportunidad que se abre para aumentar la participación en las cadenas globales de valor, el BID propone que los países trabajen en lo que denomina una estrategia de “3Is”: Inversión, Infraestructura e Integración.
La innovación es mejorar los productos, servicios y procesos ya creados e impulsar nuevos mercados en diversos sectores con la finalidad de promover el desarrollo de los países, por tanto, debemos destinar recursos para promover la Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i) como también respaldar las nuevas ideas y formas de hacer las cosas.
Esta visión tiene la capacidad de transformar todos los aspectos de la sociedad, desde la salud y la educación hasta la eficiencia de las empresas porque la competitividad implica crecer, pero hacerlo con equidad. Además de aportar valor a los clientes y a las empresas.
Otra muestra de que el país se ha planteado mejorar su competitividad es la creación de la Estrategia Nacional de Competitividad y la emisión del decreto 640-20, con el que se estableció el Programa “Burocracia Cero” que busca la reducción de las trabas regulatorias en el entorno gubernamental.
También se aprobó la Ley 167-21 de Mejora Regulatoria y Simplificación de Trámites, que tiene como propósito definir y articular las políticas públicas dirigidas a simplificar los trámites administrativos.
En cada uno de los aspectos mencionados, el sector privado puede incidir en la creación de un entorno más favorable y eficiente, respaldando aquellas ideas valiosas que promuevan la inversión en capital humano y en reducir las brechas de conocimiento, apoyar la capacidad innovadora de la fuerza laboral y fomentar una cultura de emprendimiento.
Para obtener resultados en un menor tiempo es primordial combinar los esfuerzos del gobierno, la academia y las entidades privadas, un modelo que ha sido denominado “la triple hélice” por su papel primordial para fomentar el desarrollo económico y social de la sociedad.
Los cambios no se lograrán de la noche a la mañana, pero hay una realidad que es innegable: la rapidez y eficacia con que adoptemos estas reformas determinará en gran medida qué tan competitivos como país seremos en el corto y mediano plazo.