La inflación ha puesto de cabeza a muchos tomadores de decisiones. Frenarla ha sido imposible. Las estadísticas son muy elocuentes. Los gobiernos de las naciones más poderosas (y las que no) han respondido con la misma receta: subir las tasas de interés, como si la escalada de precios fuera un fenómeno únicamente monetario.
Estados Unidos, una economía que se toma de referencia en todo el mundo por el impacto que tiene en los mercados, sufre en estos momentos niveles de inflación anualizada que superan el 9.1%, mientras que la Unión Europea la interanual alcanzó el 9.6% en junio, frente al 8.8% de mayo. En 2021, la tasa era del 2.2%. Las proyecciones no son halagüeñas toda vez que las condiciones que generan incertidumbre a nivel global persisten, especialmente el conflicto entre Rusia y Ucrania.
En lo que respecto a Estados Unidos, además del problema claramente establecido de oferta que afecta el mercado, hubo una expansión monetaria sin precedentes, lo que agregó un elemento que no sólo impactó, más tarde, los precios internos, sino que generó un efecto dominó, ya que el dólar es una moneda de intercambio internacional.
Otro aspecto a tomar en cuenta es la subida en las tasas de interés, pues la Reserva Federal ya va por el 1.75% anual. Tal y como apunta el economista del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el Hemisferio Occidental, Andrew Hodge, la economía de Estados Unidos se ha recuperado con rapidez de la pandemia, pero al mismo tiempo el repunte de la demanda ha provocado tensiones en las cadenas de suministro y un fuerte aumento de la inflación.
En lo que va del año, sostiene, la Fed ha aumentado las tasas de política monetaria en 1.5%, y es probable que las aumente en otro 2 o 2.5% en los próximos meses. También está reduciendo sus tenencias de bonos del Tesoro y de títulos valores respaldados por hipotecas. Como resultado, el costo de endeudamiento ha aumentado considerablemente. Por ejemplo, la tasa fija promedio de una hipoteca a 30 años ha aumentado ya, desde principios de año, del 3% al 5 o 6%. Al mismo tiempo, el gasto público se está reduciendo, debido a que diversos programas de apoyo durante la época de la pandemia están llegando a término.
Las autoridades dominicanas han hecho todo lo que han tenido a su alcance para amainar el impacto de la inflación. El Banco Central mantiene el proceso de normalización monetaria, combinando medidas de control de liquidez con operaciones de mercado abierto e incrementos graduales en la tasa de política monetaria. El Gobierno, de su lado, ha mantenido un programa de apoyo fiscal a través de subsidios. En lo va de año son más de RD$35,000 millones los erogados por este concepto. La decisión más reciente fue la de frenar el alza en la tarifa electricidad.
En términos restricción monetaria, las autoridades han sido agresivas. Desde julio 2022, se incrementó la tasa de interés de política en 75 puntos básicos, de 6.50% anual a 7.25% anual, para un aumento acumulado de 425 puntos básicos desde noviembre de 2021 hasta la fecha, para propiciar una reducción en las presiones inflacionarias. Sin embargo, los resultados de todas estas medidas habrá que esperarlos y quizá no en el corto ni mediano plazo.