Mientras miles de millones de personas se encuentran en una trayectoria hacia el hambre, la pobreza y la inestabilidad, impulsadas por los conflictos, el covid-19, el clima y el aumento de los costos de los alimentos, la automatización agrícola ofrece soluciones hacia una producción de alimentos más eficiente.
El nuevo informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “El estado mundial de la agricultura y la alimentación (SOFA 2022)”, examina la forma en que la automatización de nuestros sistemas agroalimentarios puede contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Desde la agricultura de precisión en distintas partes del mundo, hasta lo servicios digitales, el informe examina 27 estudios de casos en los que se presentan tecnologías en distintas etapas de desarrollo y adecuadas para productores de diferentes escalas e ingresos.
En América Latina y el Caribe hemos asistido a avances considerables en materia de mecanización, impulsados por la evolución del sistema alimentario, la transformación estructural de la sociedad y, en particular, los procesos de urbanización y, en gran medida, el impulso de actores privados. Al mismo tiempo, los gobiernos también jugaron un papel clave, creando un entorno propicio para la mecanización, por ejemplo, a través de programas públicos en Argentina, Costa Rica, Ecuador y Perú que dieron acceso al crédito a bajas tasas de interés y con exenciones fiscales.
Por otro lado, en la región existe una variabilidad significativa entre fincas de pequeña y gran escala; las fincas a gran escala están mucho más mecanizadas que las de pequeña escala debido a que estas últimas están ubicadas en buena parte en áreas remotas y montañosas.
A menudo se habla de cuarta revolución agrícola, en la que las tecnologías digitales desempeñarán un papel fundamental en la transformación de la producción agraria, comprendiendo la inteligencia artificial, drones, robótica, sensores y sistemas globales de navegación por satélite, así como otros instrumentos que ayudan a automatizar, hacer diagnósticos más precisos, tomar decisiones, así como mejorar el desempeño en diversas actividades agrarias.
Algunas de estas tecnologías están ya disponibles, mientras que otras están aún en fase de desarrollo. En los últimos años, la gran proliferación de dispositivos portátiles, como teléfonos móviles inteligentes, sensores y el internet de las cosas, es claramente visible y es en gran medida el resultado de un mejor acceso a las redes móviles y la expansión de la cobertura de Internet, incluso en las regiones más remotas del mundo. En 2020, el 69% de la población de América Latina y el Caribe había adquirido un teléfono inteligente, y estos se espera que las cifras aumenten al 81% para 2025.
En el informe también se trata una de las preocupaciones más habituales sobre la automatización: el riesgo de que la tecnología desplace a los trabajadores resultando en una mayor tasa de desempleo y profundizando la desigualdad, pero la historia nos dice lo contrario y muestra que estos temores no se ven corroborados por la realidad histórica. De hecho, la automatización de los trabajos agrícolas es un proceso gradual que ayuda a los productores, incluidos los pequeños agricultores, a asignar tiempo a otras actividades, superar la escasez de mano de obra y crear empleos altamente calificados.
En su conjunto, la automatización puede hacer la producción agrícola más resiliente y productiva, mejorar la calidad de los productos, aumentar la eficiencia en el uso de los recursos, promover el empleo decente y mejorar la sostenibilidad ambiental.
Se pronostica que la población de nuestro planeta se expandirá a 10,000 millones durante este siglo. El mundo se enfrenta a una variedad de problemas relacionados con la nutrición, como la escasez de alimentos, la desnutrición, el crecimiento demográfico, la sobrenutrición, la diversificación de los hábitos alimentarios y el envejecimiento de la sociedad. A la vez, la nutrición tiene el poder de brindar salud, felicidad y soluciones sostenibles a la crisis ambiental y climática a las personas que viven hoy y a las generaciones futuras a medida que avanzamos hacia el siglo XXII.
En la FAO creemos firmemente en que, sin avance tecnológico y un aumento de la productividad, no existe ninguna posibilidad de liberar a cientos de millones de personas de la pobreza, el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición. Lo que importa es la manera en la que el proceso de automatización se lleva a cabo en la práctica.
En el informe, se investigan los factores que impulsan estas tecnologías y se señalan varios obstáculos que impiden su adopción, en particular por parte de los pequeños productores. Sobre la base de este análisis, la FAO propone políticas encaminadas a velar por que la automatización agrícola contribuya a la sostenibilidad y resiliencia de los sistemas agroalimentarios, para lograr un cambio tecnológico eficaz, responsable e inclusivo.