La apuesta por el desarrollo de Manzanillo, en la provincia Montecristi, ha comenzado y los hechos de los últimos 18 meses establecen que todo va en serio. En los próximos años, al analizar todo lo que se ha anunciado y en etapa de ejecución, esta zona habrá de recibir alrededor de US$3,500 millones en proyectos relacionados con logística, energía, transporte, turismo, agroindustria y construcción.
La administración del presidente Luis Abinader se ha enfocado en acondicionar el terreno legal para que el capital llegue a generar valor en la economía de la zona y, por vía de consecuencia, en todo el país. Las condiciones están dadas para que el tan anhelado desarrollo económico de esta zona sea una realidad. No sólo se trata de que posee los atractivos naturales y bondades, sino que en este momento se han unido las voluntades de los sectores público y privado para echar a andar una serie de proyectos que lo único que harán es colocar a esta parte del país en un carril más positivo y promisorio.
Ya se han dado pasos importantes en esta dirección. La inauguración del Hotel Súper 8, con una inversión que supera los RD$400 millones, es una muestra palpable de la confianza que los inversionistas han depositado en el futuro de mediano plazo de la zona, pero, además, en la estabilidad política y económica de República Dominicana.
Generar valor agregado trae consigo más inversiones, más empleos, mejores oportunidades para las empresas y la esperanza de que el desarrollo sea más inclusivo. Por supuesto, en este capítulo entra en juego la educación, que es la base indiscutible para que los recursos humanos estén mejor preparados para entender los cambios que demandan los nuevos tiempos.
Manzanillo y toda la región están abiertos a la inversión. Ha sucedido en el tiempo justo, aunque ha sido un clamor de décadas de quienes se han dedicado a la producción agrícola y la industria en el Cibao. La conectividad marítima garantiza mejores niveles de competitividad. La costa norte dominicana está más cerca de los principales mercados hacia los cuales el país exporta, sin dejar de mencionar que hay una concentración de la gran industria en la parte sur. Esto, por supuesto, habrá de ir cambiando con los tiempos.
Con la construcción de un puerto moderno, de mayor capacidad y calado en el norte, y con un sistema energético más estable y robusto, todo apunta a que se avecinan mejores escenarios para atraer inversión que generarán nuevas y mejores oportunidades de desarrollo para los dominicanos.
De ahora en adelante, para evitar los errores del pasado, será necesario que los administradores del Estado entiendan que proyectos de desarrollo como los que se ejecutan en Manzanillo, necesitan de un seguimiento en el tiempo.
Garantizar que el desarrollo económico sea inclusivo en nuestro país guarda una relación muy estrecha con la generación de empleos de calidad. Manzanillo es justamente una garantía del tipo de desarrollo que necesita el país.