La inflación es una variable económica que muestra el movimiento de los precios. Se logra a través del índice de precios al consumidor (IPC).
Hay diversos factores que intervienen para que se produzca este fenómeno económico. Sin embargo, la variable monetaria es la que predomina, sobre todo a partir de la década de 1970. En este contexto hay otro aspecto a tomar en cuenta: se trata de la volatilidad que caracteriza a algunos bienes de consumo masivo, ya que tienen una alta dependencia de los choques externos, tales como los combustibles y los rubros agrícolas sin procesar. Aquí entra en juego la inflación subyacente.
Las autoridades monetarias de todo el mundo la toman en cuenta para decidir su estrategia, ya que les ofrece información más verídica del comportamiento de los precios y lo que podría considerarse la tendencia. La inflación subyacente es un indicador de la tendencia o inercia en el crecimiento de los precios de los bienes y servicios que consumimos.
Se trata de un ejercicio matemático que extrae del cálculo del IPC estos bienes que por sus características se ven más influenciados por factores ajenos a la política monetaria.
Es de orden destacar que la inflación subyacente y su distinción técnica respecto a la métrica de la inflación general radica en que intenta dejar al margen del cómputo a las variaciones de los precios de ciertos bienes y servicios, que pueden resultar más volátiles debido, por ejemplo, a perturbaciones extremas y ajenas a la demanda interna.
Cuando se trata de esta variable macroeconómica, en el caso de República Dominicana, las autoridades monetarias excluyen algunos bienes agropecuarios de alta volatilidad, bebidas alcohólicas, tabaco, combustibles, servicios administrados y de transporte, cuyo peso en el cálculo del IPC representan el 30.19%.
Está más que explícito que con una ponderación que supera el 30%, estos bienes o productos realmente impactan los resultados finales de la inflación. Ha quedado lo suficientemente demostrado que la inflación subyacente es materia de preocupación de las autoridades monetarias, toda vez que sus efectos están directamente relacionados con los bolsillos de los consumidores. Esta debería ser, a juzgar por lo que significa, la verdadera referencia también para la opinión pública.