[dropcap]E[/dropcap]l tapón en sus buenas, un carro de concho repleto de pasajeros y un calor sofocante. El escenario es difícil en plena 27 de Febrero. Pero eso es lo de menos.
Lo peor es que en esta circunstancia se dio ante los ojos atónitos de la gente que cuatro energúmenos se le cruzan delante al vehículo del transporte público, le pinchan los cuatro neumáticos y obligan a los pasajeros a salir despavoridos.
El hecho sorprende no sólo porque se dio a plena luz del día, frente a todo el mundo y en una de las principales avenidas de la capital, sino porque es el reflejo del desorden que impera en este sector. La falta de autoridad, en el caso del transporte, es evidente y causa vergüenza y preocupación.
Poner en riesgo la vida de los ciudadanos, indefensos por demás, y generando un espectáculo de mal gusto, asusta a cualquier alma. Si ciertamente el chofer afectado anda “fuera de ruta”, esa no es la forma en que debe conducirse un país.