[dropcap]E[/dropcap]stá claro que para las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipyme) el acceso a créditos de bajo costo es un componente de vital importancia en su proceso de incubación, desarrollo y, sobre todo, permanencia.
Pero los hechos demuestran que las dificultades que enfrentan las Mipyme para mantenerse en el tiempo no son solo por falta de capital de trabajo, sino por otras complicaciones que se presentan en el arduo proceso de sobrevivir en una economía como la dominicana.
Desde el Ministerio de Industria y Comercio, ahora con el apellido legal de Mipyme (MICM), se han realizado importantes avances en cuanto a la simplificación y facilitación para que esas unidades productivas se formalicen y que así puedan ampliar su espacio de negocios.
Los resultados en esa dirección también han sido positivos. Al menos así lo demuestran las estadísticas de la Tesorería de la Seguridad Social (TSS), donde se indica que desde diciembre de 2012 hasta julio de este año la cantidad de microempresas formales pasó de 41,831 a 64,754 unidades productivas. Eso indica que en un período de 55 meses se han formalizado 22,923 microempresas, lo cual arroja un promedio mensual de 417 nuevas unidades productivas.
Sin embargo, muchas de esas microempresas (de entre 1 y 15 empleados) no son las mismas, pues una proporción importante desaparece antes del segundo año de existencia, por lo que entran y salen; y ese es el resultado al cierre de julio de este año.
Pero, ¿es la falta de financiamientos blandos la principal limitación de las microempresas para permanecer en el tiempo? La respuesta puede que sea “no”, si se toma en cuenta que la mayoría de las microempresas que operan en la informalidad sobreviven aun pagando elevadísimos intereses a un prestamista agiotista del barrio. Por no ser formales, esas microempresas no pueden acceder a créditos blandos y menos costosos en el sistema financiero regular.
Pero por no ser formales, también se liberan de las complicaciones que implica el hecho de tener que hacer reportes para el pago de impuestos, mediante un sistema tributario complejo, complicado, obsoleto, sobrecargado y hasta deficiente.
Entonces, ¿son las complicaciones del sistema tributario la principal limitación de las microempresas para permanecer en el tiempo? La respuesta puede que sea “si”, si se toma en cuenta que para muchos microempresarios el problema no es el pago de los impuestos, sino la forma y los procedimientos para hacer esos pagos.
La mayoría de microempresarios son emprendedores con habilidades para hacer negocios, pero con limitadísimas condiciones académicas. Muchos apenas cursaron los primeros años de la escuela primaria y algunos hasta son analfabetas, es decir, que no saben leer ni escribir, aunque sí saben de cálculos de manera empírica y por la práctica del negocio.
De ahí que para los microempresarios resulta complicado el seguimiento a los procesos y requerimientos tributarios para pagar sus impuestos y que incurran en atrasos que se traducen en severas multas y cobros de recargos por mora que terminan provocando su cierre antes de tiempo, no por falta de financiamientos ni por falta de facilidad para formalizarse, sino por las dificultades que se les presentan con la autoridad tributaria una vez formalizadas.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) lo ha entendido y por eso incluye en cada informe de evaluación de nuestra economía la sugerencia de una reforma fiscal que implique la simplificación del sistema tributario dominicano, es decir, que permita a los contribuyentes pagar con facilidad sus obligaciones fiscales.
Es común ver a microempresarios llegar a oficinas de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) y exclamar: “Yo lo que deseo es que usted me diga cuánto tengo que pagar y yo lo pago, pero no me ponga a llenar papeles ni a revisar cosas en internet. No tengo tiempo y no entiendo eso”.
Se trata de microempresarios que saben hacer dinero, que saben cómo contribuir con el desarrollo económico del país, que quieren pagar sus impuestos, pero que no saben cómo hacerlo.
Establecer mecanismos de simplificación del sistema tributario dominicano es una de las principales tareas del Gobierno como forma no solo de recaudar más dinero, sino también de ayudar a la permanencia y desarrollo de las Mipyme, lo cual también se traducirá en más recaudación de dinero.