Nuestra ciudad capital está constantemente ante retos. Es oportuno decir que lo que se ve en las calles del Distrito Nacional, principalmente con mujeres haitianas con bebés en brazos y pidiendo en las principales esquinas, es una escena que pone de manifiesto dos problemas: tráfico o explotación humana y, por el otro, la desidia de las autoridades competentes.
No se explica cómo es que esto sucede en zonas por donde constantemente pasan autoridades de todo tipo, ya sea de Interior y Policía, de Migración, de Salud Pública, Policía y de cualquier Ministerio o entidad relacionada que “tenga vela en este entierro”.
Lo que se dice es peor: que los verdugos de estas mujeres que son explotadas, de todas las formas imaginables, siempre tienen sus ojos puestos sobre ellas. Por lo general, y sólo hay que verlo con discreción, hay personas vigilándolas o que le pasan revista. ¿Por qué no se frena?