[dropcap]H[/dropcap]oy se inicia un nuevo ciclo productivo para República Dominicana. La Semana Santa terminó como siempre: con las cifras amargas de quienes no quisieron respetar la vida, de las autoridades tratando de prevenir; algunas empresas con campañas hermosas de cómo ser prudente y de aquellos que prefirieron quedarse en sus casas para escuchar el silencio de la ciudad en estos días o, simplemente, porque no se quisieron arriesgar a que un delincuente les hiciera una mudanza.
Ahora toca trabajar. Por supuesto, vuelven los taponamientos infernales a Santo Domingo y Santiago (en menor proporción en otras ciudades), la informalidad en nuestras calles, los estudiantes a sus centros de estudios, las empresas a producir y la familia al trajinar cotidiano.
Lo más importante es no perder de vista el gran compromiso que tenemos los dominicanos de hacer nuestro país una nación cada vez más próspera, repleta, más que de esperanzas, de realizaciones que beneficien a la gente.
No podemos pasar por alto las grandes decisiones de nuestros empresarios que día a día aportan riquezas y bienestar al país. Igual que ellos, nuestros trabajadores saben el sacrificio que significa levantarse temprano para producir, para generar esperanzas y garantizar estabilidad social y política.
Sería un acto de irresponsabilidad ciudadana no echarle una mirada, aunque sea una mirada, al decepcionante sistema de justicia con que contamos en República Dominicana.
Los de abajo, aquellos que no tienen el poder mediático de influir, deben sentirse muy mal cuando juzgan los resultados de nuestra justicia. Pero los empresarios, aquellos que con su capital generan riquezas al país, deben sentirse atemorizados de muchas cosas.
Quizá el trabajo y el aporte que hacen al país no es tomado en cuenta en su justa dimensión.
Nuestra gente, el Gobierno, los gobernados, la población y todos los dominicanos tenemos un compromiso con el presente para no fallarle a quienes vienen del futuro. Nuestras acciones de hoy marcarán todo el proceder.
Cada quien a hacer lo que le toca ahora que finalizó la Semana Santa. Las autoridades deben cumplir (o seguir haciéndolo) con el rol para el que fueron colocados en sus puestos. Los trabajadores deben aportar su fuerza y conocimiento.
Nuestros empresarios deben seguir creyendo en que República Dominicana es un excelente lugar para invertir y generar riquezas. La justicia debe hacer lo propio y evitar que sus decisiones sean decepcionantes y nuestros organismos de seguridad, tan vitales en esta coyuntura de inseguridad, no deben olvidar que la tranquilidad de la familia dominicana, en gran medida, depende de ellos y su accionar. Deben ganarse la confianza de la gente con sus acciones.
Lo más urgente que podemos solicitar a quienes gobiernan este país es que lo hagan con responsabilidad.
Los gobiernos deben ser garantes del desarrollo colectivo y no el de unos pocos que aprovechan sus posiciones coyunturales para adueñarse de todo el pastel.
¡A trabajar! Vamos todos a juntar nuestras fuerzas y conocimientos para que nuestro futuro, ese que construimos en el día a día, sea más cómodo para todos.