Los dominicanos que decidieron emigrar hacia otros países, obligados en su mayoría por circunstancias económicas adversas a sus aspiraciones, han sido clave en el desarrollo y crecimiento de la economía. Su entrega y amor por sus familias en el territorio nacional les mantiene conectados con su terruño. Fue justamente esa diáspora la que durante 2020 envió US$8,219.3 millones en remesas, un monto que no tiene precedentes en la historia económica del país.
No sólo se trata de una cifra que supera el 10% del producto interno bruto (PIB) del año pasado, ya que la economía cayó más de un 6%, sino que sin lugar a duda fue uno de los motores de la dinamización de la demanda interna en medio de una pandemia. Por supuesto, es de orden admitir y reconocer el papel que jugaron las autoridades monetarias, a través de algunas de sus políticas de flexibilización, para que el consumo se mantuviera activo.
Empero, está demostrado que las remesas van directamente al consumo de bienes y servicios fundamentales para la subsistencia de las familias. Por lo general, la compra de alimentos, medicinas, alquiler de viviendas y otros similares tienen la mayor ponderación en el destino de los recursos recibidos como remesas.
Los dominicanos merecen un reconocimiento colectivo, un gran abrazo virtual y de valoración de parte de todos, pero quizá de manera especial por las autoridades que notaron de primera mano lo importante que son las remesas para la estabilidad de la tasa de cambio, de la inflación y para dinamizar la demanda interna. Un aporte adicional es su poder de influencia en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Todo esto confirma una sola cosa: la influencia de la diáspora en la economía local a través de las remesas. Tampoco significa que el crecimiento y estabilidad económica deben sustentarse en que los dominicanos envíen más remesas, lo cual es saludable, sino en generar un compromiso país para fortalecer sectores como la industria nacional, pues es menos volátil. Cuando el aparato productivo de una economía es fuerte, su capacidad de resistir o responder a los choques externos, como esta pandemia del covid-19, es mejor.
En su informe sobre las remesas, el Banco Central (BC) establece que diez provincias reciben el 79.7% de los ingresos por remesas, lo que significa que las restantes 22 deben conformarse con un 20.3% del total. En términos netos, de acuerdo con datos al cierre de 2020, RD$6,550.8 millones fueron recibidos por diez provincias de las 32 que tiene el país. El Distrito Nacional, con un 32% del total de las remesas reportadas durante el año pasado, recibió US$2,630.2 millones, lo que tumba el mito de que las zonas más pobres son las que más dependen de la diáspora, lo que sí podría ser posible en términos relativos.
Entre los puntos a destacar está la necesidad que el Estado dominicano, a través de los diversos mecanismos de apoyo, pero también la banca local, permitan que más y más compatriotas radicados en otras países puedan acceder a créditos en el sistema financiero local para que adquieran viviendas e inviertan en suelo quisqueyano. Tomarlos en cuenta es fundamental para demostrarles lo importantes que son en el desarrollo social y económico de República Dominicana. Es de justicia hacerlos sentirse más dominicanos que nunca, ahora más en tiempos de pandemia.