[dropcap]E[/dropcap]l Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) siempre ha defendido la tesis de que República Dominicana debería ser un Estado más eficiente, no más grande y complicado. Es parte del discurso de los empresarios con miras a lograr procesos burocráticos ágiles que conviertan al país en un destino de inversión competitivo.
Rafael Blanco Canto, en su condición de presidente del principal gremio empresarial del país, ha traído un tema a la palestra que tiene tanto o más impacto en nuestra realidad, que cualquier otro. Se trata de la defensa de la patria y de la dominicanización de la frontera.
Pero no lo ha dicho por decirlo. Sus palabras encierran una significación de primer orden respecto a lo que queremos y nos merecemos como Estado. Nuestra defensa como nación no sólo se demuestra con planes engavetados y bien presentados; se ejecuta con acciones valientes y decisivas.
Nuestra frontera es estratégica en diferentes ópticas: desde el punto de vista de seguridad nacional, incluyendo la inmigración ilegal, y como zona con un potencial económico infinito. El presidente del Conep ha dado en la diana. Lo hizo en un escenario ideal: el Almuerzo Mensual de la Cámara Americana de Comercio, delante de representantes de los sectores más representativos de la vida pública y privada del país.
El empresario, además de llamar a defender nuestra soberanía económica y como Estado, se refirió a la creación de nuevas provincias, propuesta que se ha manejado en el entorno de legisladores. Blanco es un empresario que tiene mucha experiencia en el manejo eficiente de empresas y sí puede dar cátedras de cómo hacerlo bien. Nuestra realidad debe llamar la atención de todos, especialmente de quienes tienen el poder de tomar decisiones.
La posibilidad de la creación de más provincias en nuestro pequeño territorio, asusta. Tener más estructuras burocráticas no nos hará más eficientes como Estado. De manera muy atinada, el presidente del Conep afirmó que en vez de más demarcaciones deberíamos reducirlas. La atomización geopolítica del país sólo ha hecho que crezca la carga financiera en detrimento de la eficiencia. Creemos que así se defiende el país.
El presidente del Conep es lo suficientemente meridiano en su exposición: Seguir el camino a la fragmentación no sería contribuir al desarrollo de las comunidades, sino todo lo contrario; sería crear burocracias y cargas públicas que dificultan la capacidad de hacer una buena gestión en el territorio.
A sabiendas de que la creación de más burocracia sólo ha servido, en la mayoría de los casos, para alimentar nóminas estériles y abultadas, resulta un imperativo lograr que República Dominicana funcione como un Estado más eficiente y no más grande.
En un territorio de menos de 50,000 kilómetros cuadrados, con alrededor de 10 millones de habitantes, un producto interno bruto (PIB) que no llega a US$64,000 millones, es ilógico que sigamos la fragmentación.