[dropcap]R[/dropcap]epública Dominicana no ha escatimado esfuerzos humanos, políticos ni económicos a favor de Haití. El mundo ha sido testigo de la actitud solidaria y de buen vecino que hemos tenido con ellos.
Históricamente somos el pueblo más solidario con la nación más pobre del hemisferio y recibimos en nuestro territorio a cientos de miles de haitianos, integrándolos a actividades productivas.
Nadie rebate que las remesas que envían a sus familiares, producto de su integración a la vida económica dominicana, son esenciales para el sustento de sus dependientes. Y sabemos que contribuyen, en parte, a la paz social.
Pero el gobierno haitiano ha sido indolente, mal agradecido y se victimiza para sacarle provecho a la condición de pobreza extrema de su pueblo, como queriendo dejar constancia de que República Dominicana es la culpable histórica de su desgracia.
La cúpula política haitiana sabe que nada negativo que se diga contra nuestro país en los escenarios internacionales se ajusta a la verdad. Hay pruebas de que los poderosos haitianos se aprovechan de la desgracia de su pueblo; que lo mantienen subyugado y sumergido en la más cruel ignorancia a costa de mantenerse como víctimas, cuando en realidad es todo lo contrario.
República Dominicana ha demostrado no sólo ser una nación solidaria en grado superlativo, sino que también ha sido transparente por demás. Permitimos que vengan a observar un proceso de regularización de extranjeros al que tenemos derecho soberano. Lo hacemos porque nos asiste la legitimidad.
A pesar de nuestras necesidades económicas, hemos invertido más de RD$2,000 millones en un proceso de regularización de indocumentados extranjeros, la mayoría haitianos, en cuyo país no han sido capaces de suministrar la documentación para que sus nacionales pueden legalizar su estatus migratorio. Y ahora salen por el mundo a victimizarse.
El gobierno haitiano no tiene moral para afectar la imagen de República Dominicana.
Las autoridades dominicanas no han hecho más que ponerle orden a una deuda histórica. La definición de una política migratoria es un derecho soberano de los países. República Dominicana no puede renunciar a eso.
El presidente Danilo Medina, el canciller Andrés Navarro, el ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul; el embajador dominicano ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Pedro Vergés, y los empresarios, a través de las distintas organizaciones del sector privado, han hecho un papel encomiable que merece ser reconocido.
Es bueno que la comunidad internacional sepa que nuestras escuelas han estado abiertas para que indocumentados haitianos estudien; que nuestros hospitales reciben a miles de haitianas en labor de parto y que no se les cobra un centavo; que nuestros empresarios ofrecen oportunidades de empleo, que nuestras autoridades han destinado miles de millones de pesos en servicios sociales, que el país prácticamente mudó su gobierno cuando la desgracia del terremoto y que nuestro Presidente tuvo que salir huyendo porque fue atacado a tiros y pedradas durante una visita de Estado. ¡Y qué decir de la forma en que han sido atacados nuestros consulados y embajada!