Las centrales sindicales enfilan y afilan sus propuestas de aumento salarial para presentarlas en las discusiones que habrán de iniciarse en abril. La mesa del diálogo tripartito se activa cada dos años, según lo establece el Código de Trabajo. El proceso es impostergable.
El contexto actual, sin embargo, no tiene precedentes en la historia dominicana. No hay registros de un proceso similar en medio de una pandemia y menos con una economía que ha golpeado a todos los sectores, tanto empleados como empleadores. Las empresas han tenido que aguantar hasta el último momento con tal de suspender o cancelar al mínimo de sus colaboradores.
Todavía hay alrededor de 200,000 puestos de trabajo que no sabemos cuándo serán recuperados, esto sin contar los miles de dominicanos de la economía informal que vieron disminuir sus ingresos por efectos de la pandemia. ¿Y qué usted cree que les pasó a las empresas, las que generan los empleos formales, que reportan al Estado vía los impuestos y al Sistema Dominicano de Seguridad Social?
Desde hace algunos años la meta del Estado ha estado en torno a la generación de por lo menos 100,000 empleos formales. Hasta 2019 pudo cumplirse, pero la pandemia declarada en marzo de 2020 cambió todo.
Habrá que esperar qué quieren decir los sindicalistas al expresar que “preparan una propuesta que esta vez va a estar acompañada no sólo en solicitar el tema del aumento salarial puro y simple”. A lo que más que podemos aspirar como sociedad es a, por lo menos, mantener el empleo existente y apostar por una recuperación económica acorde a las expectativas, a fin de que las empresas estén en capacidad de recontratar a aquellos que fueron desvinculados y, por supuesto, a crear nuevas plazas. ¿Cómo se podría lograr esta meta? Quizá sólo se necesita una cosa: voluntad colectiva.
Si se toma por el lado de la inflación acumulada durante los últimos años, como ha sido el parámetro propuesto por los empresarios, quizá no se puede aspirar a más de un 10% de aumento, aunque parezca injusto desde el punto de vista de la realidad que viven los dominicanos. Sin embargo, también cabe la siguiente pregunta: ¿Cuál es la situación de las empresas? ¿Cuántas empresas están en capacidad de resistir o sustentar un aumento salarial más allá de la inflación acumulada en los últimos dos años? ¿Qué papel jugará el Gobierno en esta oportunidad, tomando en cuenta que hay una responsabilidad vital en el proceso de dinamización de la economía a través de la inversión de capital?
El economista Antonio Ciriaco se inscribe entre aquellos que piensan que el reto no es crear empleo, sino de recuperar los que se han perdido.
No cabe duda de que la próxima discusión sobre el aumento salarial tiene un escenario complejo, caracterizado por una profunda crisis económica que ha impacto negativamente a todos. Ni las empresas ni los empleados han salido ilesos. Sugiero que antes del inicio formal de las conversaciones, en junio, discutan una propuesta previa que pueda ser llevada de consenso a la mesa del diálogo, ya que este no es momento para reuniones kilométricas. El objetivo es echar a andar la economía y eso, por donde quiera que se mire, es una responsabilidad compartida.