En pocas palabras, una reforma fiscal procura cambiar y/o variar normas legales en los impuestos, gasto público y menos común, una regla fiscal al financiamiento. La reforma fiscal con frecuencia ha sido un tema nacional, en la actualidad de nuevo lo es, no solo porque la ley de estrategia nacional de desarrollo la tiene como parte de los pactos, sino también, porque la pandemia por Covid-19 de alguna forma ha impactado sobre las finanzas públicas, creando más déficit en el 2020.
República Dominicana hereda -probablemente desde la época del régimen de Trujillo-, el complejo de que somos los primeros o que tenemos algo que es lo más grande del mundo. Crecimos escuchando que teníamos el ingenio más grande para producir azúcar. Sin detenernos a escribir una lista del pasado de cosas parecidas, ahora se afirma que tenemos el crecimiento y recuperación económica más importante de la región y que las remesas han crecido más que en cualquier país.
Olvidando que la expansión del PIB es una combinación de crecimiento real y rebote estadístico, al tiempo que el mérito del aumento de las remesas no le corresponde al gobierno, sino a la diáspora dominicana que le envía desde el exterior divisas a sus familiares.
Para poner el tema aun más en el contexto presente, hace algunas semanas se presentó el proyecto de presupuesto del 2022 y en materia de ingresos afirma lo siguiente: “Es preciso destacar que, a partir de septiembre de 2020 con el cambio de autoridades gubernamentales, se verificó un punto de inflexión importante en las recaudaciones de ingresos públicos, lo cual permitió la captación de más recursos”.
“A esta mayor confianza se añaden las políticas de acercamiento iniciada con la ciudadanía tanto por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) como por la Dirección General de Aduanas (DGA), permitiéndole el pago sobre atrasos sin trabas a los contribuyentes, en correspondencia con las mejores prácticas y ofreciendo servicios basados en los principios de equidad, igualdad y justicia”.
“Igualmente, cabe destacar la implementación de mejoras administrativas de parte de la administración tributaria; mayores controles para evitar el trasiego irregular de mercancías”
“En consecuencia, el buen desempeño de los ingresos del ejercicio fiscal del 2021 continuará en el año 2022”.
Entonces, si le tomamos la palabra a lo dicho en el documento de proyecto de presupuesto del 2022, no deberíamos darle mucho valor a lo externado por el presidente de la Cámara de Diputados, en cuanto a que el país se enfrenta al dilema de reforma fiscal o más endeudamiento, como tomándole prestado a media docenas de titulares de medios internacionales, que dan cuenta de la referida disyuntiva, tales son los casos de Colombia, México, Perú, entre otros; olvidando que también puede que hayan otros dilemas, como el de la reforma fiscal y el rompimiento del contrato social, verbigracia las recientes protestas en Colombia. Sobre lo dicho en el párrafo anterior, algo más, la prudencia que ha tenido el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien recientemente dijo: “No habrá reforma fiscal porque han aumentado los ingresos”. El presidente mexicano no hizo economía seca, prefirió irse por la economía política, una forma de valorar el momento para evitar adicionar riesgos.
Similar situación a la de México ha acontecido en la República Dominicana en materia de ingresos, elevándose en un 23.0% en el 2021 y pronosticándose crecimiento del 8.4% para el 2022, como presagio de aumento del tamaño de la economía en un 5.5 %. Las proyecciones económicas podrían entorpecerse de insistir impulsar una reforma fiscal que tendría efectos contractivos por el lado de la demanda interna, en un entorno de prevalencia de incertidumbre y un escenario internacional mostrando un panorama de incremento de precios en los alimentos, problemas en el tráfico marítimo de mercadería, desabastecimiento de insumos y productos finales y aumento de precio del petróleo.
A fin de contribuir a construir una narrativa que ayude a evitar una reforma fiscal que afecte a la población, a la recuperación económica, al clima de estabilidad, presento aquí nueve razones que he ampliado de un tuit que recientemente publiqué, sustentando lo inviable, inoportuno e innecesario en estos momentos de una reforma en el ámbito de las finanzas públicas.