El presidente de la República, Luis Abinader, ha dejado establecido que la seguridad y soberanía del país están por encima del interés comercial. Y así debe ser. La crisis por la que atraviesa Haití ha puesto en la palestra la urgencia de definir posiciones en torno a cómo deben ser las relaciones diplomáticas, comerciales y de cualquier otro intercambio entre ambas naciones.
Lo que sí está suficientemente comprobado, a pesar de las fricciones que con frecuencia se suscitan en la frontera, es que el comercio entre República Dominicana y Haití es una actividad que se mantiene activa. Sólo los cierres temporales de parte del gobierno haitiano han afectado momentáneamente el cruce formal.
A pesar de lo riesgoso que se ha tornado entrar al territorio haitiano, donde aún permanecen tres camioneros dominicanos secuestrados por bandas haitianas y otros 17 misioneros de Estados Unidos y Canadá, la demanda de alimentos y otros productos ha sido constante.
Estadísticas de la Dirección General de Aduanas (DGA), que sólo registra el comercio formal, establecen que entre enero y septiembre de este año el país ha exportado US$698.9 millones hacia el mercado haitiano. Esta cantidad casi iguala el total exportado durante todo 2020, año en que el comercio estuvo afectado por los peores meses de la pandemia.
Cuando se compara lo exportado en este período de 2021 con igual lapso de 2019, que fue un año normal, la cifra es superada en un 12%. Se puede resaltar, además, que hay una señal de que en este año podría romperse la tendencia hacia la baja que venían mostrando las exportaciones dominicanas hacia Haití. De hecho, entre 2014 y 2019 el valor pasó de US$1,048.6 millones a US$820.7 millones, una reducción neta equivalente a US$227.9 millones, es decir, un 21.7%. En lo que va de 2021, sin embargo, las exportaciones crecieron un 31.7% cuando se compara con igual período de 2020.
En todo este proceso de aparente recuperación de las exportaciones dominicanas hacia Haití, a pesar del contexto de pandemia, podría tener más de una lectura. Por un lado es posible que el mismo problema logístico que hay en el mercado internacional haya afectado aún más el ingreso de mercancías desde otras latitudes, por lo que los productos dominicanos aprovecharon esa oportunidad. También, es probable que los controles aduanales y de registro hayan mejorado, lográndose así un aumento de la formalización en el comercio.
Cualquiera que sea la razón, sin embargo, hay una razón lógica en todo esto: Estos mercados son interdependientes. Apostar a la estabilidad de Haití, como lo ha hecho el gobierno dominicano, debe ser un compromiso de todos, de los de que están de este lado de la frontera, pero más de quienes no han entendido que la certidumbre social y económica atrae inversiones y desarrollo.