[dropcap]E[/dropcap]l embajador de Estados Unidos en República Dominicana, James W. Brewster, ofreció, el miércoles de la semana pasada, un discurso ante la membresía de la Cámara Americana de Comercio en ocasión del Día de Acción de Gracias que, en vez de calificarlo como injerencista, debería ser tomado como una radiografía a una realidad de la que también se han hecho eco los principales gremios empresariales del país.
Lo que se ha notado durante los últimos días es que lo malo no fue el mensaje, sino el mensajero.
República Dominicana debe cuidar uno de sus tesoros más preciados: el potencial que tiene para atraer inversión extranjera. Ser transparente no debe molestar a nadie; todo lo contrario: debe ser la referencia. Lo que el diplomático dijo ha sido reiterado en un sinnúmero de ocasiones por muchos dominicanos. Obviamente, ahora resulta chocante que quien lo diga sea el representante del gobierno estadounidense.
Brewster recién cumplió dos años en el país y, al parecer, ha tenido tiempo suficiente para darse cuenta de la realidad en que se desenvuelve la cotidianidad de los dominicanos.
Los diplomáticos, sean dominicanos o extranjeros, deben cumplir con uno de los mandatos principales de sus respectivos gobiernos: cuidar y representar los intereses de la nación a la que sirven. Y eso fue lo hizo el embajador.
El diplomático ha tenido muchísimas experiencias en la consultoría de multinacionales en materia de competitividad. Él sabe muy bien qué aspectos pueden afectar la inversión y conoce sobre el comportamiento de los consumidores.
La radiografía que hizo el embajador tiene que ver, básicamente, con preparar al país no para lo que viene, sino para lo que ya está aquí. Observa cómo las ventas por internet a nivel global siguen incrementándose, el mercado de Cuba se está abriendo. Además, pone de manifiesto el reto que representa para la región el acuerdo transpacífico y otros tratados de libre comercio que establecerán igualdad de condiciones para muchos otros países.
Lo dice muy claro: “Somos ahora, más que nunca, un mercado global y para ser exitosos debemos ser los mejores”. Brewster también habló de la necesidad de fortalecer la educación para sacar miles de personas de la pobreza. Reconoció el avance que representó para el país el establecimiento del sistema de emergencia 911 y su efecto con respuestas efectivas a más de 400,000 eventualidades.
“El presidente Danilo Medina nos ha solicitado que continuemos apoyando este programa, y nosotros tenemos planes para brindar los mismos servicios en Santiago el año que viene”, aseguró. Refirió el apoyo que da su gobierno a la lucha contra el narcotráfico.
Tal y como lo señaló, la competitividad es un componente clave del éxito continuo, pero que depende de un ambiente comercial robusto. Apuesta a que la industria local siga el ejemplo de líderes empresariales como los que han trabajado en el proyecto Quisqueya, un ejemplo del desarrollo transfronterizo que aprovecha incentivos para crear modelos comerciales inteligentes, factibles y que apoyan a la comunidad.
A pesar de tantas cosas positivas que dijo del país, lo que más impacto provocó fue que se siente orgulloso de la Cámara Americana y la comunidad empresarial por haber seguido presionando acerca de la necesidad de combatir la corrupción, pues, además de que es vista como el mayor problema, la considera un cáncer que retrasa el crecimiento, afecta negativamente el comercio e impide la aplicación justa de la ley. Y así es.