El Presupuesto es, sin quizá, el principal instrumento de planificación del desarrollo de un país. En él se plasman los planes que tienen sus líderes en cuanto a cómo alcanzar el bienestar a través de una expansión económica saludable y equitativa.
El gasto de capital, en este caso, es la señal que ofrece información clara de cuáles son las prioridades en términos del desarrollo que necesita República Dominicana. Planificar el desarrollo, por supuesto, debe ser la primera acción, pues sin eso no hay ruta que pueda seguirse.
En materia de Presupuesto ha habido un mal histórico en República Dominicana: la baja asignación al gasto de capital, que es aquel que reditúa, que ofrece un retorno palpable en la gente, en la calidad del país al que se aspira.
Los números son elocuentes cuando se habla del gasto de capital. En este 2022, por ejemplo, de los RD$1 billón 46,280.7 millones en el Presupuesto destinado a gastos totales, sólo el 13.4% es al área de inversión. Esto equivale a RD$140,706 millones, aproximadamente.
Sería bueno preguntar, sobre todo a los planificadores del desarrollo dominicano, qué se puede hacer con este monto, partiendo de las necesidades acumuladas.
La economía dominicana tiene otro mal de fondo. En términos fiscales, hay un déficit que se viene acumulando con los años. Los ingresos actuales, por ejemplo, equivalen a un 15% del producto interno bruto (PIB), pero los gastos ascienden a un 18.6%, lo que de primera mano indica que hay un hueco que debe ser cubierto con deuda para cumplir.
Esto parece un círculo del que para salir será necesario aplicar políticas de ajustes extremos, partiendo de que el déficit es recurrente. Sólo hay que ver la cantidad de ingresos corrientes comprometidos para el pago de la deuda pública para tener una idea de la emergencia.
De esta realidad, entonces, surge una pregunta: ¿Cómo aumentar o destinar más recursos al gasto de capital mientras se mantenga este lastre? Será difícil, pero no imposible mejorar la realidad. Todo está atado a la voluntad política de quienes están al frente de las decisiones.
A sabiendas de que hay limitaciones de recursos, también hay un elemento que no se puede soslayar. Hay un tema de gestión que históricamente ha afectado la disposición de los recursos públicos.
Y lo que viene para 2023 no parece halagüeño en términos proporcionales en el Presupuesto. Los datos disponibles establecen que de un 13.4% destinado este año para el gasto de inversión, durante el próximo año esta proporción bajará al 12.4%, es decir, un punto porcentual menos. La señal está muy clara.