La autoridad monetaria está haciendo su trabajo: aplicar las recetas que sean necesarias para mantener la estabilidad macroeconómica, aunque para ello deba asumir un costo financiero demasiado elevado.
Al final, lo importante es que los precios comiencen a ceder sin sacrificar el crecimiento. ¿O está pasando todo lo contrario?
El Banco Central tiene una meta de inflación de 4% +/- 1% para este año, pero al parecer no se tomaron en cuenta los efectos de la expansión monetaria de 2020 y 2021 para darle liquidez a la economía en medio de la parálisis económica como efecto directo de la pandemia del covid-19. ¿O sí? No hay forma de saberlo a ciencia cierta, ya que los eruditos de la economía siempre tienen la razón.
Ahora bien, lo que sí está sucediendo en tiempo real es una presión inflacionaria con escaso precedente en la historia reciente del país (con excepción de la crisis de 2003) que ha puesto a las autoridades a repensar su estrategia de contención.
La subida en las tasas de interés, que en el caso de la tasa de política monetaria (TPM) ha sido ajustada en 550 puntos básicos desde noviembre de 2021, pone de manifiesto una realidad que está a la vista de todos: realmente hay preocupación por lo que pueda suceder con los precios.
Otro elemento a tomar en cuenta es que con esta decisión de elevar nuevamente la TPM se encarece la deuda del Banco Central, toda vez que las emisiones serán a mayores tasas.
Hay que preguntarse cuánto saldrá costando esta estrategia de las autoridades monetarias para contener la inflación, fortalecer el peso frente al dólar, lo que tiene sus puntos positivos y negativos, pero muy especialmente lo que significará en el aumento del déficit cuasi fiscal porque el pasivo generado vía los intereses será aún mayor.
Hay que entender que, de todos modos, la situación no es nada cómoda para las instituciones que hacen política monetaria, ya que recoger todo el medio circulando tirado a las calles en tiempos de pandemia resulta una tarea ardua.
Además, hay un elemento adicional: al aumento de la demanda global y el conflicto entre Ucrania y Rusia ha generado una incertidumbre en los mercados.
De lo que sí hay que estar pendiente es de lo que le depara el futuro al país (y es a mediano plazo) en lo que tiene que ver con la urgente necesidad de recapitalizar el Banco Central, pues ciertamente su situación le impide accionar en un contexto de holgura para lograr sus metas.
La estabilidad de precios ha salido costosa en los últimos años. Ahora, bajo este contexto, está saliendo aún más cara y eso debe ser enfrentado.