“Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” (Stephen R. Covey), tiene mucha importancia para todos. Hasta el octavo hábito, pero se inicia con ser proactivo y, luego, el fin en mente, porque requiere tener voluntad para hacer las cosas, y ésta lleva un buen componente de disciplina; si queremos tener éxito, debemos ser diligentes, pero antes de ejecutar cualquier operación, cualquier acción, debemos primero organizar nuestra mente. Debemos repensar cómo vamos a accionar para no cometer errores que nos obliguen a invertir más recursos, y recursos valiosos como el tiempo.
Como ven, usé de título en este escrito una frase de Confucio que tiene mucho sentido, sobre todo en nuestro tiempo, donde el cómo somos o hemos sido formado, va a definir nuestro día a día. Y si somos previsores, antes de hacer cualquier cosa de valor, vamos a empeñarnos en hacerla en el mejor tiempo y con los recursos más limitados sin que se dañe la calidad; tenemos que repensar, diseñar, o sea, tener una estrategia para llegar a nuestra meta como lo ideamos.
Pues hemos dicho en varias ocasiones, que son muchos los riesgos que nos acechan, que no podemos ni evitar ni transferir, por lo que la solución más correcta es asegurarlo, pero no solo asegurar aquello que realmente se va a perder, porque el seguro, como solución de negocios, se cuidad muy bien de la anti selección, o sea, si vas a adquirir pólizas contra seguros de vida, o seguros de salud a todos los empleados, no podrás solo escoger a los enfermos o a los más próximo a morirse, tienes que pagar por todos, para que la prima no sea muy alta o no le nieguen la cobertura por presunción de pérdidas probables.
La naturaleza cada vez está más agresiva, porque el hombre ha violado muchas reglas naturales, y ya somos demasiadas personas agrediendo a la madre naturaleza. Por lo que cada vez serán más los ciclones, huracanes, inundaciones, terremotos, maremotos…, pero también cada vez son más las inversiones, propiedades que están a riesgos; por ejemplo, no es lo mismo que un huracán entre a Miami, a que pase por la parte sur de nuestra isla o por Haití.
Otro componente son las debilidades del ser humano, sus conflictos e intereses que viven poniendo en riesgos los bienes y las personas, que también son componentes de la cobertura, como son los errores involuntarios, los daños maliciosos, los accidentes, los motines, las pobladas, y otras tantas situaciones y circunstancias que acechan constantemente el buen desarrollo de las actividades de una sociedad.
Dicho todo esto, no estamos teniendo sentido común, cuando solo pretendemos comprar coberturas cuando ya tenemos el riesgo encima, la cosa edificada o amontonada; porque los riesgos son fortuitos y están como la espada de Damocles: encima de nuestro cuello, amenazándonos con empujarnos hacia la ruina. Tenemos la temporada ciclónica muy dinámica, pero no sabemos cuándo será el terremoto, o el robo o daño malicioso o un cortocircuito que nos destruya todos nuestros esfuerzos de años.