La más reciente crisis diplomática entre República Dominicana y Haití ha llegado a niveles impensables. Quienes atizan este odio irracional e improductivo entre ambas naciones lo hacen, al parecer, porque no tienen nada que perder y sí mucho espacio que ganar en los medios. ¡Viven de eso!
Es harto conocido que quienes le echan leña al fuego con este espinoso tema son los mismos que se congraciaban a mediados del siglo XX para traer a miles de haitianos a cortar caña. Hoy se quejan de la supuesta debilidad del gobierno en la aplicación de una política migratoria efectiva, pero al mismo tiempo no se despegan de las mieles del poder.
Bien hizo el presidente Danilo Medina al colocar al frente de la Dirección General de Migración a José Ricardo Taveras Blanco, un miembro de la Fuerza Nacional Progresista (FNP), organización política que alza la defensa de la patria a “rajatabla”. Una cosa es con violín y otra es con guitarra.
Ahora que tiene de frente esta situación, el funcionario considera que el tema migratorio debe manejarse con madurez, y que la actual situación se debe a una falta de institucionalidad histórica que se fue cocinando a través de los años. El director de Migración es la persona más indicada para dar explicaciones al país sobre el desorden que afecta a República Dominicana en esta materia.
Ahora bien, los más preocupados en este lío o caos generado con esta crisis son los industriales dominicanos. Sus empresas ya comienzan a sentir el problema más allá de la crisis diplomática. Este capítulo de nuestra historia tiene repercusiones económicas graves. Y no se trata sólo de las empresas. Miles de empleos están en peligro.
Hay mucha preocupación en sectores como construcción, turismo y agropecuaria. Los ingenieros contratistas del gobierno en diversas actividades saben que el efecto de esta crisis no sólo sería diplomática en lo inmediato. Está en peligro la estabilidad de muchas empresas.
Imagínese un día sin haitianos en la economía. Sería lo mismo que ver a Los Ángeles, San Diego, Texas y otros estados de Estados Unidos sin mexicanos.
República Dominicana no está preparada para pasarse un solo día sin la presencia de haitianos en su economía. Ahora bien, lo que sí se busca, y con este punto hay apoyo total al gobierno, es que quienes permanezcan en territorio dominicano lo hagan en condiciones regulares, tal y como se les exige a cualquier extranjero en otros países.