[dropcap]L[/dropcap]a tormenta Érika se llevó la peor sequía padecida por República Dominicana durante los últimos 20 años y trajo agua suficiente para amainar la grave crisis de abastecimiento en algunas de las principales zonas productivas del país.
Ahora veremos que muchos de los sistemas de acueductos podrán suplir el líquido sin las restricciones que durante meses afectaron a millones de dominicanos. En estos días las temperaturas bajaron algunos grados y eso también es positivo.
Partiendo del balance preliminar se puede afirmar que las secuelas de la tormenta Érika fueron positivas, sin dejar de mencionar los estragos en el tránsito, principalmente en el Este del país; cancelaciones de vuelos desde los principales aeropuertos y daños provocados por algunas inundaciones.
El comportamiento de los organismos de rescate del Estado, presididos por el Centro de Operaciones de Emergencia (COE), fue y ha sido ejemplar antes, durante y luego de los aguaceros. Nuestro reconocimiento a la labor de prevención que implementaron en todo el país.
El empresariado también fue lo suficientemente responsable y proveyó las facilidades necesarias a sus empleados, a fin de que estos pudieran estar a salvo.
La tormenta Érika también nos deja una lección: la importancia de valorar el agua en su justa dimensión.
La sequía nos enseñó que los niveles de conciencia de todos los sectores: agrícola, industrial, instituciones públicas y ciudadanía común deben mejorar para evitar lo que durante tantos meses puso en riesgo la economía de muchos.
Las autoridades, sin excepción de ninguna, no pueden esperar a que sucedan estas coyunturas tristes para poner candado y llamar a los dominicanos a ser conscientes en el uso del agua. El Estado debe trazar una política de uso racional, empezando por las escuelas, que es por donde más efecto positivo tiene cualquier campaña ciudadana a largo plazo.
Porque haya caído lluvia en estos días no podemos olvidar que es un recurso finito del que no podemos prescindir en ninguna de nuestras actividades. El agua es vital para la industria, turismo, agricultura, construcción, servicios públicos, hogar, salud y en cualquier momento del día.
La campaña de educación para ahorrar y hacer un uso racional del agua debe ser permanente hasta que entendamos, en forma automática, que no debemos desperdiciarla. Resulta un tanto chistoso y desalentador ser testigos de operativos ocasionales contra quienes lavan vehículos en las calles. Así no es como se genera el compromiso ciudadano. Todo lo contrario: crea malestar por la ausencia de conocimiento de quienes no hacen uso responsable del líquido.
El Gobierno en pleno está en la obligación de tomar todas las medidas que sean pertinentes para que a partir de ahora los dominicanos entendamos la importancia de valorar el agua. Cada familia debe trasmitir entre sus miembros la cultura del ahorro y uso responsable del agua.
La tormenta Érika se fue, pero aquí quedamos como siempre: navegando entre la improvisación. Frenemos el inmediatismo en la implementación de políticas públicas por el bien de las presentes y futuras generaciones.