Los precios de los bienes y servicios en todo el mundo están subiendo y la preocupación se ha generalizado. Los temores sobre la duración de este fenómeno que disminuye la capacidad de compra de las familias también está en debate.
Los pronósticos apuntan a que esta subida de precios se mantendrá a lo largo del 2022, y vendrá una reducción a principios del 2023, lo que quiere decir que aún nos falta un tiempo en el que tenemos que continuar comprando caras las cosas que necesitamos. Pero, ¿Por qué están subiendo los precios?
Históricamente, las respuestas a esta pregunta estaban en el aumento de los costos de producción de las empresas, pues se suponía que en la medida en que los precios de los insumos aumentaban, sobre todo si eran importados, se produciría una inflación de costos; al igual que si se provocaba un aumento en los salarios de los trabajadores que no fuera explicado por un incremento en la productividad laboral.
Otra explicación, también con carácter histórico, estaba en el déficit del sector público y en la necesidad de su financiamiento. En este caso, se argumentaba que un aumento en la oferta de dinero, vía la financiación que los bancos centrales hacían, en su momento, a las empresas públicas, desembocada en un incremento de los precios internos por un exceso de demanda de bienes y servicios que el Estado promovía (Larroulet, C. y Mochón, F., 1995). Por igual, el acaparamiento de productos, y su posterior comercialización en los llamados mercados negros, especulación incluida, constituyó también una fuente perversa que alimentaba la inflación. Por demás, no pueden obviarse los fundamentos iniciales de la economía que plantea que la inflación se origina, principalmente, en un exceso de demanda frente a una oferta rígida, que no se mueve.
Pero el incremento de los precios de los bienes y servicios que está ocurriendo hoy en día en casi la totalidad de los países, tiene explicaciones combinadas, no una sola ni por una única razón. Por ejemplo, los países de ingresos medio y bajo, dependientes del consumo de petróleo, saben que pagar un precio más caro por ese insumo le va a impactar en los precios de sus economías, al igual que el incremento en los precios de las materias primas y del transporte internacional. Es decir, ahí se tienen tres causas probables del por qué los países pobres y/o en vías de desarrollo están teniendo alta inflación.
Sin embargo, igual preocupación tienen los habitantes en Estados Unidos, que están pagando mucho más por el consumo de los bienes y servicios que hace 39 años. La tasa de inflación interanual, a diciembre de 2021, llegó a ser de un 6,8%, cifra espantosa para una población acostumbrada a la estabilidad de precios. Se dice que los atascos en las cadenas de suministro y la crisis energética son algunas de las causas que hicieron subir el precio de bienes y servicios en plena temporada de compras (BBC News, 2021).
En Europa la situación nos es menos y los precios de los bienes y servicios no dejan de aumentar. Las explicaciones que se dan es de que la energía, la reapertura de las economías y el “efecto base” constituyen los elementos que están explicando el fenómeno de la inflación. En Alemania, por ejemplo, los precios son los más altos de los últimos 30 años, a pesar de ser una economía, normalmente, con precios estables y una alta productividad.
En el país los precios también están aumentando, y durante el 2021 se llegó a casi un 8,0% en la tasa de inflación, mucho más elevada que la meta establecida en el programa monetario del Banco Central de la República Dominicana. En nuestro caso, puede haber una combinación de factores externos y factores internos que explique este fenómeno. Lo que no se debe hacer, es convertir la inflación en un tema político, porque no lo es y nunca lo será.