La pandemia del covid-19 parece que está dando sus últimos toques a la humanidad. Está llegando el momento de evaluar el desempeño de los gobiernos alrededor del mundo. Hasta la fecha se han reportado, de manera oficial, al menos 6.2 millones de fallecimientos como consecuencia directa de esta enfermedad, cuya génesis se ubicó en Wuhan, una ciudad china que, en principio, no le dio la importancia que tendría. Aún hay dudas de la forma en que se inició todo.
De manera oficial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha informado del fin de la pandemia, básicamente porque todavía hay focos, principalmente en China, que amenazan con el sistema sanitario global. La previsión se toma porque, a pesar de que la mayoría de la población está vacunada, la responsabilidad del organismo internacional es velar por que todo esté bajo control para decretar el fin de los contagios.
En lo que compete a República Dominicana, al evaluar lo que ha sucedido en los últimos dos años, se puede decir que las autoridades han sido exitosas en el manejo de la pandemia, sin que esto no signifique que se tomaron medidas arriesgadas que luego funcionaron. Nuestra economía es hiperdependiente de sectores externos, tales como el turismo, zonas francas y remesas, lo que puso al Gobierno de turno entre la espada y la pared.
Las autoridades monetarias, en una decisión proactiva o previendo lo que sucedería con la economía, hicieron lo correcto al bajar la tasa de interés de referencia, enviando una señal clara al sistema financiero de que había que disponer de recursos para que los sectores pudieran sobrevivir a lo que venía. La liberalización del encaje legal, en aquel entonces superior a los RD$215,000 millones, ayudó a mitigar la situación.
Desde el punto de vista fiscal, el Gobierno fue certero con la implementación de programas de subsidios focalizados y apoyo al empleo (formal e informal) con recursos que, sin duda, fueron determinantes para garantizar el consumo. Todas estas medidas de expansión monetaria, porque así fue, traían consigo un riesgo: el de la inflación, la cual se agudizó tras los problemas que se suscitaron en el mercado internacional, ya que el cierre de las economías y sus sistemas productivos provocaron escasez de materia prima. El transporte fue (y aún lo es) un gran reto en términos de costos, pues en algunos casos prácticamente se quintuplicó el valor de un furgón.
Y luego de analizar todo lo que ha sucedido con la pandemia, es pertinente afirmar que siempre habrá una deuda moral con los doctores que enfrentaron los momentos más difíciles. Los médicos, personal de salud de soporte, militares, policías, bomberos, rescatistas y las entidades de diversa índole que lo arriesgaron todo.
En todo caso, lo más lamentable de esta pandemia ha sido la pérdida de millones de seres humanos. Hay que pensar en la secuela psicológica que eso deja en las familias. La economía se recupera, una vida jamás.