“Quisiera esquivar, pero no mentir, en pos del interés nacional”.- Larry Speakes
Las infraestructuras para la calidad o sistemas nacionales de calidad no recurren a la fuerza pública para que las normas o reglamentos se cumplan. Tampoco están diseñados para los políticos profesionales o aprendices de la política ni para premiar a los seguidores de los partidos una vez concluyen las elecciones de las autoridades. Su objetivo principal es asegurar que las expectativas sobre la calidad e inocuidad de los empresarios, consumidores y funcionarios se cumplan de una manera confiable con ayuda de un número determinado de eventos técnicos interrelacionados.
Lo más importante de estos sistemas, una vez son reconocidos como una necesidad perentoria por los actores del mercado y políticos, es que los productos y servicios cumplan las promesas que hacen a sus destinatarios. Ello solo es posible mediante la evaluación de la conformidad de los resultados de una actividad productiva o del proceso de creación de valor público con las normas, reglamentos y otras especificaciones.
Los compradores no deberían, como sigue ocurriendo en el país, verificar si los bienes que adquieren cumplen con los requisitos correspondientes; por ejemplo, si tienen más o menos azúcar de lo que ellos declaran, o más componentes químicos de lo que permiten las normas o reglamentos correspondientes. La infraestructura de la calidad preconiza el cumplimiento voluntario de normas, así como el aseguramiento de mediciones fiables, junto al Estado que exige la observancia de los reglamentos técnicos asociados a la defensa y protección de los objetivos legítimos del Estado.
El aseguramiento de mediciones trazables al Sistema Internacional de Unidades (SI) (M, metrología); de normas técnicas que resumen requisitos, límites de substancias y métodos de ensayo (N, normalización), pruebas y ensayos (P, laboratorios que determinan y certifican que “una o más características de un objeto de evaluación de la conformidad, de acuerdo con un procedimiento” (ISO/IEC 17000) se cumplen fehacientemente, y evaluación y certificación (C, compilación y análisis de evidencias de cumplimiento de primera o tercera parte acreditada para expedir constancia de ello) es la cadena técnica de eventos (MNPC) que, a estas alturas, debería estar siendo asumida como una prioridad política de primer orden.
En esa cadena es primordial la confianza (acreditaciones y certificaciones), la despolitización y el respeto del comportamiento estrictamente técnico de las funciones señaladas.
Desde 2012, cuando se crea el sistema dominicano, hemos avanzado con las funciones del Indocal (normalización, metrología y certificación), pero estamos todavía muy rezagados en materia de acreditación. La acreditación es la confianza del sistema nacional para la calidad. Al mismo tiempo, en vez de atender las necesidades del sistema, el Consejo Nacional para la Calidad (Codoca), máxima autoridad del Sidocal encargada de formular, coordinar, organizar y difundir las políticas y directrices en materia de evaluación de la conformidad, se nos muestra con un alto nivel de politización y mal entendimiento de su misión primigenia.
En este contexto, sería bueno que políticos y empresarios entendieran a cabalidad el discurso sobre el Sidocal de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Onudi):
“Una infraestructura de la calidad (IC) es un sistema que contribuye a los objetivos de la política gubernamental en ámbitos como el desarrollo industrial, la competitividad comercial en los mercados mundiales, el uso eficiente de los recursos naturales y humanos, la seguridad alimentaria, la salud, el medio ambiente y el cambio climático. Ofrece un paquete completo que aborda las necesidades de los ciudadanos, clientes y consumidores de una nación, así como de las empresas y otras organizaciones que les proporcionan productos y servicios. El sistema de mejora de la calidad abarca aspectos esenciales como la política, las instituciones, los proveedores de servicios y el uso de normas internacionales y procedimientos de evaluación de la conformidad que aportan valor”.
¿Favorece la cultura política dominicana, que es esencialmente clientelar, la funcionalidad técnica someramente descrita? Igualmente, ¿tendrá alguna confianza el sector empresarial en superar la competitividad espuria que le caracteriza apoyándose en ese pilar de la competitividad dinámica que encarna el Sidocal?