La economía se ha visto enfrentada a diversos retos en los últimos tres años. Primero fue la pandemia por el covid-19, luego las tormentas que generaron pérdidas millonarias, especialmente Fiona, y ahora Franklin. Vivir en el trópico tiene sus ventajas, pero también sus riesgos. El clima puede hacerles una mala jugada a los planes de desarrollo.
República Dominicana, a juzgar por los resultados, ha salido airosa de estas pruebas que ha puesto la naturaleza en su camino. Si bien es cierto que la economía se vio fuertemente afectada por la pandemia, con un retroceso de por lo menos -6.7%, alrededor de US$10,000 millones en el valor de su producto interno bruto (PIB), también es justo reconocer la rápida capacidad de recuperación mostrada.
Durante el año 2021, a propósito del rebote matemático lógico, la economía creció 12.6%, lo que ayudó a superar en parte la crisis material que provocó la pandemia del covid, impulsando también la recuperación de empleos. Hoy estamos pasando balance tras el paso de Franklin, una tormenta que trajo mucha agua. Los daños aún son provisionales.
Todo tiene un aprendizaje. Los dominicanos en sentido general, pero muy especialmente las autoridades, han aprendido la lección. Saben que estar preparados es la mejor forma de enfrentar un fenómeno natural.
Hubo daños y eso era inevitable. Ahora toca inyectar el optimismo necesario para continuar con los planes de desarrollo integral que requiere el país y de infraestructuras adecuadas a los fines de asegurarle a la población mejores condiciones para acceder a los medios de producción.
Esta tormenta que afectó al país, por el lado positivo, ayudó a llenar los embalses de las presas más importantes, lo que garantiza agua suficiente para suplir el consumo de la población, producir energía y el riego de las zonas de cultivos.
Es momento de seguir adelante y echar a andar la máquina de la economía. Los dominicanos necesitamos continuar superando cada reto que nos presente la realidad.
En fenómenos naturales como el que acaba de pasar por República Dominicana, y más por las zonas que atravesó, habrá mucho que lamentar. Pero la naturaleza es sabia, pues también deja huellas positivas.
Los campos ahora tienen agua suficiente para poner a producir la tierra y revertir cualquier efecto negativo de este fenómeno natural sobre la economía dominicana.